Veleros en un mar de olivos
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Andújar podría parecer el peor lugar para construir veleros. Rodeado de un mar inmenso de olivos y a 200 kilómetros del mar.
Pero allí está Tarsis, en ese Andújar señorial, bañado por el rio Guadalquivir. Allí está el astillero líder que produce veleros de pequeña-mediana eslora, entre seis y ocho metros, en España.
Han conseguido que su modelo Tarsis 20 haya sido preseleccionado para Barco del año en Francia, la patria de los orgullosos constructores de veleros.
Juan Sánchez Galera nacido en Linares en 1967, es el presidente, el consejero delegado y elnúnico trabajador de Tarsis.
Para fabricar los barcos emplea a diferentes trabajadores de Andújar:
- El herrero hace los candeleros y pasamanos inoxidables de la cubierta.
- El carpintero hace: el timón, la caña y las puertas del interior.
- La tapicería, la fábrica una empresa textil.
- Y del doble casco, se encargan los fabricantes de piscinas privadas de Andújar, los hermanos Diego.
De hecho, el astillero está dentro de una nave industrial llena de piscinas. Y esto se debe a que los barcos y las piscinas se hacen con el mismo material:
- Poliéster y fibra de vidrio.
Con este sistema, Sánchez ha logrado producir un barco homologado por Europa y reconocido como insumergible.
Describe Sánchez, que:
- “Ninguno de estos trabajadores está en la nómina de la empresa, pero son parte fundamental de ella. Son pymes con las que puedo ensamblar un buen barco y, a la vez, dar trabajo a empresas golpeadas por la crisis. Este sistema hace que el astillero tenga una estructura muy flexible. Puedo fabricar seis barcos en un mes y luego estar dos meses sin hacer ninguno”.
Tarsis tiene una organización práctica, pero no la que sueña su dueño:
- “Me gustaría tener un astillero estupendo, con salida al mar, con empleados uniformados con el escudo de Tarsis en sus batas…pero no sería rentable y los barcos me saldrían mucho más caros”.
La empresa ha facturado unos 250.000 euros en el último ejercicio, lo que le ha permitido cerrar en beneficios.
Sánchez explica que fabricar por subcontratación le permite:
- “Ajustar costes y vender los veleros un 30% más baratos que mis competidores franceses, sin rebajar la calidad de los materiales. Tampoco tengo intermediarios, lo que reduce precios”.
“Mi filosofía es que navegar no debe ser un lujo al alcance de unos pocos”.
Y nos dice:
- “Mis barcos pueden valer entre los 18.000 y 22.000 euros, dependiendo del acabado”.
Sánchez es un tipo un tanto peculiar. Es abogado, buen conversador y autor de tres novelas históricas. Lleva 26 años fabricando barcos y ha pasado por todo.
Sabe bien lo que es la derrota:
- En 2007 vendió su primer astillero, Astraea, consciente de que la crisis iba a hundir al sector:
“Supuse que sería imposible mantener una plantilla de 16 personas fijas, la mitad con una antigüedad de 10 años.
Lo vendí todo”.
También conoce la amarga sensación del fracaso:
- “En 1994, construí un barco que era muy seguro, pero horroroso de feo. No gustó a nadie en el primer Salón de Náutico de Barcelona”.
Aprendió de los errores del pasado y no olvida que este sector puede pasar de fabricar entre 400 y 500 veleros al año a solo 20 cuando se hunde la economía.
Debido a la crisis, entre 2008 y 2014, se dedicó a trabajos relacionados con la vela:
- “Dirigí la Náutica Sanibasa y fui proveedor de la Federación Marroquí de Vela. Luego volvió a los astilleros”.
Una de las mayores inversiones de Tarsis en el arranque fue el diseño y la fabricación de los moldes:
- “Contamos con un préstamo de 65.000 euros de la sociedad pública Enisa, algo clave porque me dio fuerzas para reiniciar hace un par de años”.
Juan Sánchez es:
- “Un “navegante”, optimista, convencido de que España no saldrá de la crisis hasta que no vuelva a ser un país que fabrica”. “España está desindustrializada”.
Por eso él produce barcos veleros, entre un bello mar de olivos que se pierden en un lejano horizonte verde.
SánchezY lo hace poniendo en ello el alma, con ilusión, sorteando miles de dificultades, con ingenio, con hábil destreza, con horas y horas de: proyectos, diseños y cálculos.
Sabiéndose: el ingeniero, el diseñador, el técnico, el operario, el economista, el abogado, el peón, el administrativo, el encargado de los recados y el gestor de ventas.
Sabiendo también que un día toca: chaqueta y corbata, otro bata, otro mono, otro equipación deportiva y siempre pensando, pensando en nuevas y exitosas iniciativas.
Y sabiendo que la vida es un puzzle complejo, compuesto de: sabiduría, valores humanos, virtud, talento, esfuerzo, cordialidad con los demás, lealtad al proyecto, ejemplaridad, fe, dedicación y entusiasmo.
Fuente: El País