Una “Rosa de Oro” para el alma.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
En este pedestal divino que es el Santuario de la Virgen de la Cabeza; en este lugar privilegiado de Sierra Morena; en este enclave en el que se aúnan las realidades divinas y las humanas; en esta gran peña en donde el pastor de Colomera, una noche calurosa de agosto, encontró la imagen luminosa de nuestra divina Madre
En este paraje natural lleno de belleza y hermosura, y ubicado entre Andalucía y Castilla. En este lugar, cada año, en este primaveral mes de abril se celebra la Romería de Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza. Allá por 1.227 el pastor en la noche del 11 al 12 de agosto encontró a la Divina Señora.
En estos años se va reduciendo la invasión musulmana que comenzará en nuestra tierra allá por el año 711≈. Por aquellos años las imágenes sagradas se escondían debidamente para que no fueran profanadas, y es posible que esta imagen que encontró el pastor de Colomera fuera una antigua imagen escondida anteriormente a la invasión.
Pues se sabe con certeza de que la devoción a la Virgen de la Cabeza se celebra en Andújar desde la llegada a esta ciudad del Varón Apostólico y posterior Obispo de Iliturgi: San Eufrasio, en el año 42≈ de la era cristiana. La tradición cuenta que una pintura de la Virgen se la entregó San Lucas a San Eufrasio para que la trajera a España desde Roma y se comenzará en esta tierra de infieles: el cristianismo y simultáneamente la devoción a la Virgen.
Y desde entonces comenzó en Andújar está devoción auténticamente ancestral y genuina. Es por ello por lo que está Romería lleva celebrándose ininterrumpidamente hace más de 788 años.
Y que el último reconocimiento eclesiástico lo tiene del Papa Benedicto XVI que le entregó: “La Rosa de Oro”, una distinción que en España solamente tiene la Virgen de la Cabeza y que la custodia en su excelso Santuario, ubicado en ese paraíso natural de la sierra de Andújar.
Gracias Señora de la Cabeza por repartir, durante cientos y cientos de años, tantos dones materiales y celestiales a tus hijos en esta tierra: sencilla, santa y bendita.