Un grotesco sainete bipartidista
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Los miembros del bipartidismo han acercado conjuntamente posiciones ideológicas en torno al credo neoliberal, con la finalidad de frenar todo fenómeno de masas y cualquier otra acción política de emancipación
No es ningún desvarío afirmar que en este país el oficialismo político es una farsa radical, pues cuando pasan ya de treinta y cinco los años que los miembros del bipartito permutante disfrazaron la democracia de carnaval, esa falsificada mascarada sostenida como formato funcional, para nada fue referente de autenticidad por mas que se encubriese en el disimulo de una aparente seriedad.
Por eso al margen de todo subterfugio, difícilmente hay quien desde el oficialismo político pueda alardear de ser animador de prácticas democráticas, cuando lo cierto es que a partir de aquella engañosa Transición la democracia ha brillado por su ausencia, al ser los mercados que nadie ha votado, quienes, arrogándose papel protagonista, con la anuencia de un bipartidismo corrupto, opuesto a la voluntad de los electores, impuso su primacía hasta el extremo de convertir a los agentes financieros en los exclusivos y supremos mandatarios del país.
De ahí la nula fiabilidad que debe otorgársele a los miembros del acoplado bipartidista; al hacer político de unos representantes, que como los cabecillas regentes del PP y PSOE, convirtieron el derecho a elegir en una práctica devaluada, ocasionando que los electores pasaran de ser el referente democrático a estafados por sus repetidos incumplimientos y deliberados engaños, y ello, a juzgar por su ostensible tendencia a contravenir el contenido de sus programas electorales, que escritos en papel mojado fueron pensados en todo caso y de antemano con la única finalidad de ser transgredidos al día siguiente de alcanzar el triunfo electoral, con el propósito establecido en el contexto de una miserable maniobra de artificio político.
El uso y abuso de las malas artes políticas, es decir, su pérfida praxis, hizo que la asidua tolerancia de la que los electores hicieron gala durante años perdiera toda continuidad, para dar paso a la severidad inducida por una frustración generalizada, mutación que causó que la fórmula empleada desde la Transición extraviase toda efectividad, y que en razón a ello, tanto la alternancia política entre los dos grandes partidos como su continuidad esté actualmente al borde del abismo.
Llegando al extremo que el protagonismo del PP y PSOE que en otrora dominaba de forma abrumadora el escenario político, actualmente desgastados por las impopulares respuestas a la crisis y los casos de corrupción, se sitúen en sus horas mas bajas, y que en razón a su erosionada credibilidad los componentes del bipartidismo pasen a jugar su futuro en los próximos comicios electorales con el riesgo mas que evidente que las deserciones en su electorado por trasvase hacia otras opciones políticas mas fiables sea el referente de inflexión hacia su ocaso político.
Aún cuando el PP y PSOE se esfuerzan por acentuar distintivos de diferenciación, lo cierto es que ambos concuerdan en ejercer como tapadera política del poder económico.
Actuando como desencadenante de este declive su propio gregarismo político, que por arrastre de complicidad les impide escuchar la voz de la calle, al igual que ejercer como legítimos valedores de la voluntad soberana de los electores al admitir sin réplica las interferencias antidemocráticas ejercidas por esos poderes fácticos, a los que se pliegan, sin atreverse en modo alguno a desafiar sus concernidas prioridades, y todo ello, a pesar de las catastróficas consecuencias y lesivas repercusiones que su alcance provoca en los intereses generales de la ciudadanía.
Esta realidad con su carga de dramatismo, pone de manifiesto la escasa fiabilidad que debe otorgársele a los políticos y voceros bipartidistas, pues con sus prácticas de perversión además de estar ofreciendo un espectáculo bochornoso, mas que demostrar interés por la cosa pública ponen de manifiesto su exclusiva propensión hacia la continuidad de sus privilegios, así como, la defensa a ultranza de intereses espurios.
El actual modelo bipartidista en su conformación reúne a las dos caras de la misma moneda, de ahí que aún cuando el PP y PSOE se esfuerzan por acentuar distintivos de diferenciación, lo cierto es que son coincidentes en lo esencial, por cuanto, ambos concuerdan en ejercer como tapadera política de aquellos que concentran el poder económico, siendo por ello su ejercicio una rémora del cambio, o lo que es lo mismo, una forma de cambiar para que todo siga igual, es decir, toda una práctica que además de coartar la participación y deliberación de los ciudadanos en los asuntos públicos, hace que la ideología imperante sea la de los poderes económicos, y que en razón a ello, su aplicación práctica mas que el reflejo de una democracia real tenga por equivalencia la representación de un grotesco sainete bipartidista
Miseria ideológica, que fuerza desechar al bipartidismo como alternativa en todo proceso electoral, pues la regeneración del sistema pasa a todas luces por la radicalización democrática.