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noviembre 2013

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El periodismo en la encrucijada

Publicado por , Posteado enOpinión

Al parecer, lo que en otros países es una extendida práctica del buen hacer periodístico en materia política, aquí, la utilización del «Fact Check» resulta un procedimiento inusual, dedicándose la mayoría de los profesionales del ramo a transcribir literalmente las declaraciones del político de turno, sin tan siquiera contrastar datos ni verificar, si el contenido de lo que dicen se acomoda a un hecho cierto, o si inversamente, se corresponde con la viva reproducción de una mentira.

Es evidente que ese ejercicio de transcripción a tiempo real les limita la necesaria interpretación de lo que están oyendo, y por consiguiente, la dominante presión que rodea la inmediatez informativa, les impide deducir que por lo general, cuando los políticos dicen una cosa, tras el interesado lado bueno de lo que divulgan, siempre queda oculta la auténtica realidad, y ese es el motivo por el que, frecuentemente, al leer la prensa mas que percibir en su contenido el rigor periodístico notemos un marcado tufo a panfleto político.

Pero esta deriva mas que tomar tendencia hacia la corrección revela con agravarse, por cuanto con la crisis económica haciendo estragos en la capacidad adquisitiva de las familias y el paro situado en cifras inauditas, en este clima de restricción, los periódicos dejaron de ser una prioridad para los consumidores, con la detracción de ingresos que tal situación induce a la actividad
Si a ello añadimos, que por idéntica consecuencia las empresas ya no se anuncian como antes, y que dicha merma propició un desplome en publicidad del 60% en los últimos cuatro años; resulta indudable que la financiación externa, las subsistentes subvenciones institucionales con la publicidad de acompañamiento y el agregado de la propaganda política, vienen a convertirse en el pábulo de pervivencia que sustenta este sector mediático.

Ahora bien, esa dependencia económica no es gratuita sino que tiene su coste que no solo influye en la libertad de expresión, sino que su alcance, toma rango de auténtica directiva editorial, impidiendo que el «Fact Check» adquiera proyección en el quehacer periodístico, por el perjuicio que su aplicación causaría en los corruptos intereses de un amplio sector de la actividad política, como también, por el inconveniente que tal método suscitaría en el degradante objetivo que mantienen las dos principales formaciones políticas, (PP – PSOE), empeñadas en imponer como prototipo informativo el modelo que correspondería a una sociedad desinformada.

Por tanto es obligado señalar, que la pérdida de imparcialidad de las escasas empresas editoriales que todavía no han sucumbido a la absorción del poder financiero, supone una nueva amenaza para la buena praxis periodística, y la permisividad a esta irrupción acentuará la devaluación del escaso margen de credibilidad del sector, cuya consecuencia hará decrecer todavía mas sus índices de fidelización, ya que no debe pasar desapercibido que a los lectores de prensa además de las limitaciones que les impone la crisis, también se les hace costoso pagar por recibir una información adulterada de la que apenas se fían.

Cuando la actualidad mas candente gira entorno al sector financiero, que para público conocimiento, a tiempo presente agrupa al conjunto de los actuales dueños de los medios de comunicación tradicionales, es obvio que nadie en sus cabales asumiera, que esos medios informativos con marchamo de identificación bancaria puedan informar libres de subordinación sobre asuntos de afección directa a ese gremio, o lo que es lo mismo, de cuestiones periodísticas calientes conexas con la órbita de las finanzas, como resultan ser, las participaciones preferentes y otros productos tóxicos, el rescate bancario y sus perjuicios al bienestar, el drama de los desahucios y su repercusión social, etc .

Pues son esas colisiones, conjuntamente con un acelerado proceso de transformación y la falta de credibilidad, las causas fundamentales que motivaron el decaimiento de aquella estructura periodística que durante tres décadas continuadas había moldeado la opinión pública del país, y que por esa alteración de dominio, lejos de alcanzar una solución de continuidad, si logró la función opuesta, pues con aquella absorción bancaria y el intrusismo político, la industria de la prensa sin conseguir garantizar la confianza informativa, si fue capaz de amortizar su reputación de otrora

El secuestro de los medios informativos por parte del tándem político-financiero, está limitando su normal funcionamiento, al constreñir la libertad de expresión y poner cortapisas a la emisión informativa, por eso, quien aspire a alcanzar notoriedad profesional en el nuevo devenir periodístico, debe plantar ruptura con el presente para asumir la convivencia con realidades incomodas y rechazar la imposición de mirar hacia otro lado.


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