Abrir el candado del 78
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
La ciudadanía ha de caer en la cuenta que el peligro no está en depositar la confianza en Podemos, sino en seguir otorgándosela a quienes además de conducirnos a la crisis nos arrebatan el futuro repercutiéndonos sus efectos.
Al igual que cuando a Pandora se le dio por abrir la caja de los truenos, los males encerrados en su interior se dispersaron por el orbe llegando a producir un cataclismo, ahora al parecer, cuando desde Podemos, Pablo Iglesias aboga por un proceso constituyente para «abrir el candado del 78», los centinelas del sistema afectados en su continuidad política, son quienes alertan del riesgo de liquidar la Transición, advirtiendo que toda transformación del orden establecido, al igual en el referente mitológico que antecede, de llevarse a término también nos conduciría a la hecatombe.
Es manifiesto el interés de los que ejercen como retribuidos políticos, en traer a colación el espíritu de la Transición en su versión mas sugestiva, presentándola como el pacífico paso que nos condujera de la dictadura a la democracia y nos abriera la puerta a la prosperidad y a una plácida sociabilidad, pero tal relato es la antítesis de la realidad, pues al margen del registro escrito de la historia, lo cierto es, que por mucho que ahora se invoquen las bondades del sistema, su implícito, viene a confirmar que aquella transición a la democracia no fue otra cosa que la continuidad del franquismo sin ruptura y que su vigencia además de inapropiada, la evidencia viene a confirmar que es un todo inservible para satisfacer los grandes desafíos del presente; de ahí lo exigible de una «segunda transición» que resuelva definitivamente los problemas del país y ponga fin a la actual deriva involucionista.
Por mas que desde el bipartidismo y el establishment de persuasión mediática se pregone hasta la saciedad que la Transición fue un proceso modélico, la verdad es, que tal afirmación dista mucho de guardar ajuste con la realidad, por cuanto su resultado tiene por toda paráfrasis el poco ortodoxo afianzamiento de una democracia limitada e insuficiente, circunscrita en su alcance a la condición reduccionista de limitar la participación ciudadana al mero encuentro cuatrienal con las urnas, acotando que la base electoral pueda decidir, sin intermediación, sobre cuestiones políticas de su propia incumbencia, al impedir el propio marco constitucional la puesta en práctica de mecanismos de democracia directa, y todo por el interés de la clase política dominante de convertir la democracia en su exclusivo monopolio y consolidar así un sistema participativo pensado ex profeso en el protagonismo de los partidos políticos, es decir, toda una señal expositiva de lo poco democrática que es la democracia española.
Aportar por balance de resultados un país patas arriba, aparte de reflejar negación política, ponen de manifiesto las carencias funcionales del régimen del 78
Por si ello fuera poco, a lo dicho, se ha de añadir como agravante de disfuncionalidad el absolutismo del poder económico y la subordinación al mismo del poder político, un aspecto de dependencia, determinante de ser los consorcios financieros y la oligarquía económica quiene imponen su jerarquía auxiliados en todo momento por un emergente cuarto poder, que representado por los grandes medios de comunicación no dudan lo mas mínimo en la utilización de la guerra mediática en el ámbito de una alianza estratégica, con la finalidad, de manipular el control de la sociedad al solo objeto de neutralizar toda reacción discordante de la opinión pública para así mantener sin sobresaltos la continuidad de un modelo político corrupto y un estándar económico fundado sobre unos desmesurados beneficios de la casta gobernante.
Ante tan deprimente panorama, a nadie debe pasarle desapercibido que la credibilidad de la acción del Estado se encuentre bajo mínimos, como tampoco, que se evidencie la descomposición del oficialismo político que conforma el dueto bipartidista PP PSOE, y mucho menos , que el régimen se sitúe en la cota mas baja de su credibilidad desde el inicio de la Transición; pues lo evidente habla por si solo, y en razón a ello resulta contrastable el abandono de toda responsabilidad desde el Ejecutivo a asumir como propio el derecho ciudadano a una digna calidad de vida, como igualmente, el desplome de un bipartidismo decadente que pierde toda hegemonía por su entreguismo a los poderes fácticos y su divorcio y distanciamiento con la sociedad, siendo ambos aspectos el motivo que hace inservible lo actuado y fuerza que toda solución de país haya de pasar reflexivamente por suprimir de la acción política toda práctica relacionada con la decadencia que acompaña al actual modelo de Estado
Quienes ejerciendo el poder durante décadas, aportan ahora por todo balance de resultados el correspondiente a un país patas arriba, aparte de reflejar su negación política, ponen de manifiesto las carencias funcionales del régimen del 78, y en consecuencia vienen a justificar con su fracaso de acción política el punto final al “régimen” de la Transición, y tácitamente, refrendar la propuesta de Podemos, que con buen criterio postula el líder de esa formación, cuyo objetivo crucial pasa por la apertura de un proceso constituyente para «abrir el candado» de la Carta Magna de 1978 y romper con un régimen que se derrumba por inútil e infecto, pues solo llevando a término esta premisa será posible afrontar una nueva andadura con garantías de futuro.