Es época de elecciones, las instituciones nos hacen ver su mejor cara, se limpian los accesos, se asfaltan calles hasta entonces olvidadas y se adecentan los parques con cierta urgencia. Esto, a pesar de no ser más que una estrategia interesada para captar votos, está bien y contribuye de manera temporal al bienestar social de la ciudadanía. Me pregunto-¿qué nos interesa en realidad?- No hay que darle muchas vueltas. El empleo.
El fomento de puestos de trabajo tendría que ser la principal preocupación de los miembros del segmento político. La buena gestión de los recursos a su alcance en esta materia garantiza el éxito, la consolidación y hegemonía de cualquier partido, sea cual sea su posición ideológica.
Fuerteventura es un lugar de gran atractivo turístico, y como tal depende de los recursos e infraestructuras que hagan ver al turista la calidad de los mismos. Nuestras playas son un ejemplo… ¿no?
Bajo este telón idílico que mostramos como principal reclamo se esconde una deficiencia inconcebible de pasar por alto. La situación de los socorristas.
Cualquier socorrista y en especial el socorrista de playa es un elemento indispensable para la seguridad de los bañistas. El servicio de prevención e intervención inicial en cualquier contratiempo es esencial, sin mencionar su labor reguladora para hacer cumplir la normativa de higiene y ética en las playas. La responsabilidad que el personal de salvamento asume en caso de accidente es directa e individual, no hay medias tintas, sin mencionar que en cada intervención el propio socorrista está corriendo un riesgo, a veces vital.
La gestión del servicio de vigilancia y salvamento de las playas de Fuerteventura es una auténtica chapuza. Independientemente del organismo institucional que delegue en los distintos municipios la organización de los puestos de socorrista, las carencias son evidentes. Paso a hacer un resumen de las mismas:
• Escaso número de socorristas para la vigilancia de nuestras playas. Solo en algunos puntos de importancia turística se cubren los puestos y en ocasiones ni en esos casos pues con una afluencia de público fuera de lo común no se destina más personal para hacer labores de refuerzo. En un cálculo aproximado se necesitarían unos 60 socorristas activos para llevar a cabo una vigilancia eficaz. El 70% de las zonas de playa de Fuerteventura no están asumiendo que necesitan un servicio de salvamento efectivo. Si este se llevara a cabo, aunque solo fuera de manera preventiva o para hacer cumplir la normativa, se mejoraría considerablemente la calidad de las zonas de baño.
• Falta de material de salvamento en aguas abiertas. Por un lado elementos de salvamento náutico -tubos de rescate, aros de salvamento, tablas, prismáticos, megafonía, vehículos de transporte rápido marítimo y terrestre, etc…- , como material sanitario avanzado -unidades de reanimación RCP, desfibriladores, camillas, etc…-
• Ausencia de profesionalidad. Para manejar estos materiales y saber actuar ante una emergencia en aguas abiertas se necesita una preparación específica. La formación de la mayoría de nuestros socorristas no pasa de un conocimiento básico de primeros auxilios y algunas técnicas de rescate en piscina. Esto es insuficiente y al contratarlos se comete una absoluta irresponsabilidad por parte de los encargados de gestionar los servicios de salvamento. Habría que exigir un mínimo de experiencia de actuación. Si en otros trabajos es requisito indispensable, aun más lo debería de ser en un puesto donde la responsabilidad es la seguridad vital de las personas.
• El salario es vergonzoso. Por hacer una simple comparación: en la Comunidad de Madrid un socorrista de piscina de un municipio pequeño o una comunidad de vecinos cobra una media de 1200€ netos al mes trabajando de 28 a 32 horas semanales. El personal de salvamento de otras comunidades autónomas que trabajan en zonas de costa cobran por lo general como mínimo el doble y en algunas ocasiones tres veces más dependiendo de las responsabilidades y la peligrosidad. En Puerto del Rosario un socorrista de playa cobra 630€ brutos (hay que descontar los impuestos correspondientes). Sabiendo lo que cuesta todo hoy en día…esa cantidad solo es aceptable por socorristas sin responsabilidades, muy jóvenes que, seguramente, viven con sus padres y no tienen que afrontar ningún gasto. Teniendo en cuenta que éste es un puesto de trabajo que tiene un riesgo real…, un sueldo tercermundista, una remuneración económica ridícula no es compatible con la profesionalidad que se debe exigir a un socorrista.
Las carencias que subyacen tras la foto de fondo de unas playas paradisíacas son tan alarmantes como indignantes. Y hay bastantes más: basura y excrementos en las playas, accesos deficientes, limpieza de fondos, aparición de medusas (la peligrosa Carabela Portuguesa en playas de Barlovento), etc… Una gestión eficaz asumiría, y quizás, acabaría con gran parte de los problemas.
La solución no debería ser poner un parche cada temporada con unos pocos socorristas sin experiencia que se comprometen bajo unas condiciones de trabajo inadmisibles. El juego reside en que la opción de aceptar o no un contrato estafa está en manos del contratado; si se rechaza ya sabemos lo que hay. ¿Es ésta la manera de disimular los números del paro?; ¿a qué precio, a qué nivel de sometimiento ha de llegar un desempleado para acceder a un puesto de trabajo?; ¿es o no es vergonzoso que se aprovechen de una situación laboral desfavorable para imponer unas condiciones como estas?
Las consecuencias se verán reflejadas a corto o largo plazo en una disminución de la calidad de nuestros servicios turísticos, un deterioro de la imagen de Fuerteventura (Reserva de la Biosfera), caída de los beneficios del sector turístico en general, un estancamiento en el deshonroso peor puesto en los niveles de desempleo, empeoramiento de la calidad de vida, y un aumento del malestar socioeconómico del pueblo majorero.
Estamos en periodo de elecciones. Podríamos presumir más de las playas de Fuerteventura si se tuviera en cuenta la labor de un servicio de salvamento eficiente y responsable. Gestionar dignamente este sector es desarrollar la calidad de los recursos turísticos generando a su vez puestos de trabajo y contribuyendo en consecuencia a un mayor bienestar social. ¿No es esto lo que queríamos? Si destinásemos una parte de lo que se gastan nuestros políticos en propaganda, mítines, cenas, agasajos y varios festejos pseudo-útiles, pagaríamos un organigrama completo de servicio de salvamento.
Como en el decálogo del socorrista, apliquen el P.A.S. Piénsenlo, asúmanlo y soluciónenlo.
César Carreño
Puerto del Rosario, Fuerteventura (Islas Canarias)