Del suicidio a la caridad.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enartículo personal, Opinión
Gregoire Ahongbonon es un ciudadano de Costa de Marfil, que en los años 80 le afectó la crisis y se arruinó, sus deudores le perseguían, perdió a sus amigos y desesperado por la situación pensó suicidarse, y puso manos a la obra, pero en el momento en que iba a ingerir una importante cantidad de pastillas, una corriente de aire tiro los comprimidos al suelo, en ese instante sucedió algo inesperado en su corazón, oyó como una voz delicada pero exigente a la vez que le decía: “ La vida que tienes no te pertenece, no tienes derecho a acabar con ella” . Gregoire se había apartado de la fe en los años de éxito económico, pero él había sido un hombre religioso practicante. Desgraciadamente, para muchos, cuando la economía es pujante y vivimos holgadamente y con salud no nos acordamos: ni de Dios, ni de la Iglesia, ni de las necesidades de los demás; sin embargo, nuestras dificultades: económicas, familiares o de salud nos hacen más solidarios, nos acercan más a la trascendencia de nuestra vida. A partir de entonces, de nuevo, Gregoire se empezó a interrogar, y al pensar lo que podía hacer: cayó en la cuenta del drama de miles de personas, enfermos mentales, que malviven en las calles de su país. En áfrica los enfermos mentales son considerados endemoniados y a miles de ellos se les ata a los árboles con cadenas metálicas en las afueras del pueblo; allí, los dejan desnutridos y tienen que soportar las burlas de todos e incluso con ellos se practican brujerías incalificables. Gregoire empezó a atenderlos y cuidarlos, iniciando así una labor que ha dado lugar con el tiempo a la Associatíon Saint Camille de Lellis. “Hay hombres y mujeres que están olvidados y Dios nos interpela a todos”, indica nuestro personaje, que también nos dice: “Somos incapaces de amar al otro como es, porque si no eres productivo no interesas”. Este testimonio se ha escuchado en el: Ciclo de cine y encuentros: “Caridad, amor y verdad para el hombre” que ha organizado la Delegación de Cultura de la Arquidiócesis de Madrid. El ciclo ha sido de 5 días, del 10 al 14 de diciembre, y en él ha habido visionado de películas y encuentros con diferentes personas que: voluntaria, vocacional o profesionalmente, han dado su vida y su tiempo, al frente del servicio de caridad como expresión irrenunciable de la fe cristiana. Mi opinión es que éste ha sido un nuevo impulso para que caigamos en la cuenta de la importancia de la caridad en nuestra vida. El acercarnos a los demás: a sus problemas, a sus enfermedades, a su soledad, a sus tristezas, nos hace compartir la viva realidad de nuestra propia existencia y por este camino alcanzamos al Dios de la felicidad, al Dios que cada día dará pleno sentido a nuestra vida.