Imprescindible para el empleo
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Que la formación es pieza clave en la generación de empleo es un todo incuestionable, ahora bien, ello es así solo cuando su contenido instructivo se ciñe a reglas de especialización y se ajusta a variables de carácter estratégico, de tal forma que su contenido además de lo puramente docente tenga en cuenta igualmente las necesidades y prioridades que demanda el mercado laboral.
Pues de no cumplir con estos requisitos, la formación, mas que un medio para alcanzar la empleabilidad, además de una absoluta pérdida de tiempo resultará ser un inútil modo de gastar la pólvora en salvas, pues al convertirse en la solución de nada, producirá el efecto opuesto a su propósito inspirador y por falta de resultados lo único que logrará será acrecentar los índices de paro, y mientras, continuará proyectando el desencanto y la frustración entre los destinatarios.
Lamentablemente esto es lo que verdaderamente está ocurriendo, y por mas mensajes de optimismo que nos quieran trasladar, la realidad pinta en negativo a la vez que nos emplaza a asumir que a tiempo presente, la influencia de la formación en el empleo es totalmente inexistente, habiendo de afirmar al respeto que a 9 de cada 10 concurrentes a cursos de especialización, el contenido de los mismos no satisfizo en nada sus expectativas, es decir, no produjo reacción positiva en su situación laboral.
Ello se debe al empeño en mantener vigente un modelo fallido, ese estándar de formación para el empleo afrontada de forma tripartita por el gobierno, la patronal y los sindicatos, que actualmente, además de estar descontextualizada de la realidad del mercado laboral ha olvidado su verdadera finalidad, al desarrollarse sin el ajuste que impone el nuevo mercado de trabajo con una estructura productiva expuesta a constante cambio y permanente transformación.
A pesar de su notoria disfuncionalidad, la continuidad de este adulterado sistema se mantiene soportado en un trasfondo ajeno al meramente educativo, que dicho sea de paso importa bien poco; pero tal afirmación no debe resultar nada nuevo, habida cuenta que la formación para el empleo lleva 20 años comportándose como un negocio sin límites, a través de un combinado juego de poderes donde los distintos actores entran en pugna, no para mejorar la calidad del servicio, sino al solo efecto de conseguir la mayor cantidad posible de fondos públicos con el exclusivo destino de satisfacer su lucro personal.
Y eso es así aunque en descarga, los corruptos protagonistas busquen la impunidad haciendo creer que la recaudación de sus excesos es utilizada para la no menos delictiva función de complementar la financiación de las entidades patronales y de las organizaciones sindicales de pertenencia.
Ante la abultada bolsa de fraude generado por el uso arbitrario de los fondos de formación, por actualidad mediática, es de significar el escándalo que estos días en competencia delictiva vienen protagonizando las mafias dirigentes de los sindicatos y la patronal, y cuyo importe acumulado por exorbitante volumen ha de ser cifrado en millones de euros, y esta indebida manera de enriquecimiento, tomando apropiación indebida del dinero dedicado a formar gente para sacarles del paro, la materialice quien sea, además de una canallada, es una práctica que sobrepasa la peor de las indecencias.
Por eso, hemos de percatarnos que en este entramado de corrupción no son las instituciones las artífices del delito, sino los maestros de ceremonia que conforman su cúpula directiva, de ahí el craso error que supone en este caso confundir la parte con el todo, e infectar de culpabilidad tanto a la colectividad de empresarios como a la afiliación sindical, cuando estos colectivos y sus entidades de participación son parte ajena a la comisión de unos hechos delictivos, cuyo grueso de fondos corruptos, tienen por único destino el enriquecimiento de unos degradados dirigentes, que ahora, a través de subterfugios intentan camuflar su indigno proceder.
Por eso, para que estos estamentos de representación retomen una función estable dentro del sistema y recuperen la confianza perdida, no queda otra que afrontar una renovación exhaustiva de su estructura jerárquica, expurgando de raíz todo el lastre que las invade, y solo desde la consumación de esa premisa podrán afrontar una nueva andadura en clave de solvencia., pues toda solución a la crisis de representación pasa forzosamente por erradicar la impunidad de los corruptos.
Solo desde el escenario resultante será posible adjudicar a la formación para el empleo la naturaleza de su relevancia, pues frenando el mal uso de los fondos consignados, ajustando el contenidos de su finalidad a la nueva coyuntura y posibilitando reformas en evaluación permanente de resultados, ambas y instituciones estarán en condiciones de cumplir con eficacia un papel preponderante con la finalidad de que el sistema de formación para el empleo tenga los resultados deseados