Cartas al Director

Necesitamos para llevar a cabo una auténtica Revolución Integral no solo dejar de competir y colaborar, sino organizarnos bien y sabiamente, e integrar en el nuevo cuerpo social que imaginamos la «oscuridad o sombra» del pasado.
Para ello, entiendo, debemos desarmarnos en todos los sentidos además, también en el verbal, para poder luego rearmarnos y unirnos desde nuestra verdadera esencia de «seres» humanos, conscientes.
Creo que hay que procurar no perder demasiado tiempo en especulaciones, y empezar a organizarse, juntándonos periódicamente y corrigiendo las cosas sobre la marcha.
El camino, creo, no hay que esperar sea ni corto ni largo (a mi me parece que va a ser mucho menos largo de lo que pudiera pensarse si utilizamos las herramientas mentales del pasado), y se irá desarrollando ágil si somos capaces de relajarnos y no obstruir con nuestros egos.
Responsabilidad, apertura, integración y sobre todo, unidad –interna (centramiento en lo que somos, nuestra esencia) y externa–. Una unidad además que nos permitirá vencer todo miedo y crecer en lo que verdaderamente aporta sentido y nos gratifica: el amor y la actitud de servicio desinteresado.
Estamos iniciando un proceso de cambio revolucionario, pero no podemos avanzar en él renegando de la «sombra» del pasado, sino que estamos obligados a comprenderla, a aceptarla como producto de nuestra ignorancia pasada, para poder así, y solo así, integrarla y poder avanzar sorteando todos los obstáculos.