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marzo 2013

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SOBRE EL LAVADO DE CEREBROS

Publicado por , Posteado enOpinión

En las sociedades económicamente avanzadas ha crecido, como en ningún tiempo pasado, la sensación de sinsentido y de vacío. Un vacío que se intenta llenar en muchos casos, como todos sabemos, a base de hedonismo y compensar con medicamentos y drogas. Pero cada vez más gente, sin embargo, está buscando salida a través de otras vías, espirituales que diríamos.
Resulta fácil engañar a gente que sufre eso que se ha dado en llamar vacío existencial ofreciéndole subproductos que son, muchas veces, la antítesis de lo que ofrecen: cubrir esa faceta exangüe en el hombre moderno de la espiritualidad. Es por eso necesario ser muy claros en este aspecto y denunciar todo aquello que es ofertado para cubrir desde fuera algo que debe ser despertado desde dentro y en uno mismo, la consciencia. Conciencia que es sinónimo entonces de espiritualidad.
Pero no se puede forzar a nadie a aceptar lo que no quieren abordar, pues son las propias personas las que se deben dar cuenta primero y dar el primer paso hacia su trasformación. Esta implica, además de romper amarras con los múltiples apegos que nos atan a las personas y cosas, llevar a cabo un proceso reflexivo interior de limpieza ideológica. De tantas y tantas mentiras que nos han hecho creer, del condicionamiento brutal y auténtico lavado de cerebro que nuestras mentes infantiles han tenido que soportar durante su proceso de «educación».
Este despertar, que es individual, no es fácil, además de incomprendido cuando se intenta compartir, pues trastocar el statu quo de las cosas y remover conciencias instaladas y acomodadas es tarea harto complicada. Este sucedáneo de felicidad que ofrece el consumismo ha sido, por otra parte, explotado muy bien por los intereses creados, a través de esa organización del Estado, pues, si nos damos cuenta de la jugada, no está destinado a servir a nuestro crecimiento como personas, sino que nos prepara, más bien, como piezas de un complicado engranaje que unos pocos mueven, como hemos visto, básicamente para servir a su avaricia . Para este «altruista» fin han ido anulando convenientemente nuestra actividad pensante, la que nos permite ser conscientes de nuestra responsabilidad social. Con ello, y sin darnos cuenta, han anulado dulcemente también nuestra libertad y nos han preparado convenientemente para aceptar nuestra esclavitud.
Es hora, pues, de quitarse las orejeras, de dejar de defender banderas, de desarmarse. De quitarnos el yugo impuesto en nuestras mentes por este sutil lavado de cerebro individual y colectivo.


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