Cartas al Director

Eran felices, porque la vida les permitía, sonreír.

Eran felices, porque la vida les regalaba caricias.

Eran felices, porque las personas amadas les hablaban al oído y los dos sonreían.

Eran felices, a pesar de, porque el tiempo transcurría muy lento y lo poco, para ellos era mucho.

Eran felices, porque sentían la necesidad de un Dios bueno… y esperaban.

Todos agradecían su diaria necesidad de apoyo.

Todo su cuerpo fue siempre acariciado con la suavidad de la limpieza diaria.

Su cuerpo, privacidad hermosa de todo ser, permitió ser besado con esperanza.

Nadie a su alrededor supo lo que era el cansancio.

Padres, hermanos, esposo, hijos, familiares todos, rodearon con cariño su existencia.

Ellos, sin embargo, frente a una debilidad física que aumentaba la debilidad moral, seguían esperando… Había días en los que Dios parecía haber desaparecido… Otros, cuando el sol resplandecía entre las nubes, Dios sonreía y ellos lo sentían.

Pasaban los años y los cuerpos degradados por la terrible enfermedad, que les envolvía, lloraban en silencio, cuando estaban solos y siempre cuando MAMÁ cogía sus manos y las masajeaba con ternura.

El tiempo iba haciendo su trabajo y, con los ojos cerrados pedían ser llevados a aquel lugar que su DIOS o sus Dioses les prometió.

No huían, no; buscaban el camino que no hiciera sufrir a todos los que la rodeaban. Pedían ir, pero sonreían deseando paz para todos.

Sonriendo, algunos, pidieron adormilarse; poco a poco ya soñaban; un poquito más y creían ver aquel camino, ahora cercano, que buscaban.

Creo que DIOS les ha comprendido a todos; creo que TODOS han sonreído a DIOS cuando ÉSTE les cogió la mano y comenzaron a caminar.

¡¡GRACIAS A TODOS!! ¡¡GRACIAS POR VUESTRO EJEMPLO!!

12-11-2023