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sábado

17

agosto 2019

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San Rafael Arnaiz, trapense, ejemplo de COMPROMISO y EVOLUCIÓN.

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DIFUMINAR… Acción de “DILUIR”… Acción de “DISOLVER”… Acción de “PERDERSE en otra REALIDAD”…

La evolución de los conceptos puede que en muchos casos transforme, peligrosamente, el “modus vivendi” de la sociedad…

Terrible sería que esa evolución modificara la esencia de los compromisos derivados de las REGLAS y VOTOS personales en la vida religiosa… ¡Terrible…!, ¡Terrible…!…

El hermano Rafael, San Rafael Arnaiz, EVOLUCIONÓ perdiéndose por AMOR en la pobreza austera, perdiéndose por AMOR en el silencio permanente, perdiéndose por AMOR en la obediencia inteligente, perdiéndose por AMOR en el afecto humano sin respuesta… ¡SÓLO DIOS!… Eterno, sin fisuras.

La realidad, sin embargo, tristemente, en muchos casos, en la vida religiosa, nos hace contemplar una DIFUMINACIÓN suave… penetrante…, del ¡¡SÓLO DIOS!!…

Ahora, hoy, todos los compromisos se ven resquebrajados por querer que se modernicen y se adapten a los “modus vivendi” de la evolución.

La POBREZA, modo sencillo de vivir sin que falte nada.

La OBEDIENCIA, sentimiento de libertad sin responsabilidad.

La CASTIDAD, mezcla de afecto y placer escondidos.

Vivir, ciego a la evolución y sin readaptación personal, es manipular el concepto y principio de ¡SÓLO DIOS!, haciéndole adaptable a la suavidad del agua que cala creando nuevas realidades.

No merece la pena esconder una vida, ocultando al único que puede justificarla: ¡¡¡SÓLO DIOS!!!

¡Gracias, hermano Rafael!. Tu camino fue sencillo, aunque muy duro… Tu evolución fue entregar diariamente tu vida a Jesús… Pedir ayuda a tu madre, María… y, como hombre, apoyarte humildemente en tus hermanos…

¡Gracias!


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