San Josemaría y la Oración.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Ahora para este tiempo de Cuaresma es bueno practicar de una manera más asidua y exigente la oración. La oración que no es sólo repetir oraciones vocales, sino que también es hablarle a Jesucristo de Tú a tú. Y hablarle:
- De nuestros problemas.
- De nuestras inquietudes.
- De nuestros proyectos.
- Y de nuestros deseos de mejorar como personas y de mejorar, ahondando más, como cristianos.
Particularmente a mí me ayudó mucho a mejorar en mi oración este escrito de San Josemaría que dice: “Me has escrito: orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué? …. De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias…, ¡flaquezas! Y…. «. Este es el punto 91 de Camino que tanto bien ha hecho a tantos miles de personas que, a través de él, han aprendido a rezar.
A Dios le interesa toda nuestra vida. Y de todo lo nuestro debemos hablar con Él; y contarle detalles; y hacer propósitos de mejora; y ver cómo podemos tratar, de una manera más afectuoso y cariñosa, por ejemplo, a aquella persona y aquella otra; y pedirle fuerzas: para realizar mejor nuestra actividades y para sobrellevar mejor las dificultades de nuestra vida: sufrimientos, muertes y contrariedades de todo tipo que se presentan a lo largo de nuestra existencia cotidiana. A Dios le interesa nuestra felicidad y la quiere; y le interesan nuestros hijos y sus preocupaciones y sus problemas. A Dios le interesa que le hablemos de todo lo bueno y todo lo malo que sucede en el mundo, y lo que sucede a nuestro alrededor, y lo que sucede en nuestro lugar habitual. Dios conoce nuestras dificultades y si se lo pedimos debidamente nos puede ayudar. A veces vemos a Dios como una persona lejana que no tiene nada que ver con nuestro acontecer diario: ¡Y no es así! Dios es un Padre amoroso que quiere estar muy cerca de nosotros y acompañarnos y acariciarnos y tratarnos con ternura y delicadamente. Dios es a la vez: “Padre y Madre” y quiere conocernos, ayudarnos y, lo más importante, amarnos.
Lo que sucede en muchas ocasiones es que el mundo; y en concreto, a veces, cada uno de nosotros vivimos muy alejados de las realidades divinas, vivimos muy alejados de Él, y sin apreciar: su confianza y su poderosa intercesión. Si nos asomamos a las realidades del mundo nos damos cuenta de lo lejos que ese mundo nuestro está de Dios. El mundo actualmente es una realidad que vive y actúa como si Dios no existirá. Y lo que es peor, al mundo no le interesa: ni Dios, ni las cosas de Dios, ni sus designios, ni sus mandatos, ni su doctrina, ni tan siquiera si existe o no existe. Al mundo actualmente por desgracia le da igual, o más bien: al mundo le estorba Dios. Por lo tanto es importante que los cristianos tomemos conciencia de esta realidad y actuemos en consecuencia.
A través de la oración intensa, a través de nuestro buen ejemplo, a través de nuestra fe y a través de nuestro cristianismo auténticamente vivido, tenemos que hacer presente a Dios:
- En este mundo tan enfermo: de corrupción, de codicias, de engaños, de mentiras, de guerras, de violencias, de envidias…
- En este mundo tristemente y terriblemente amenazado por el mal.
- En este mundo en el que Dios no cuenta.
- Y, más aún, en este mundo en el que a Dios se le quiere, por todos los medios, sepultar en las oscuras, lúgubres e ignoradas catacumbas.