San Josemaría entre Aragón y Castilla.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Por estas tierras nuestras de Castilla es bien conocido San Josemaría, fundador del Opus Dei, cuya fiesta se celebró el día 26 de junio, día de su marcha al cielo en Roma.
Muchos son los miembros de esta institución católica que residen en esta espléndida tierra. Ávila, Soria, Valladolid, Salamanca, Burgos, Zamora, León…
También hay muchos de estas tierras de Castilla que, por su compromiso con esta institución, están en lugares muy lejanos, dando a conocer a Jesucristo, y extendiendo el perfume embriagador: de su doctrina, de su vida y de su testimonio.
Fue en 1928 cuando en Madrid se fundó el Opus Dei y de una manera precisa la institución empezó en estos lugares: su labor apostólica, y su labor de formación educativa y social.
Allí, en las catequesis de los arrabales de Vallecas, en los humildes hospitales de la capital; entre obreros, en el bullicio de la ciudad, en la universidad; allí empezó: ese fuego entusiasta; ese vendaval de cristianismo firme y convincente; esa Obra esculpida por Dios; esa institución que, por divina que es, sigue con fidelidad el mensaje de Jesucristo.
Dado su: vigor proselitista y el afán de dar a conocer a Jesucristo de sus miembros, la Obra se extendió con rapidez, y ello llamaba la atención por aquellos entonces.
Era de admirar entonces, y lo es ahora: la “elegancia espiritual y humana” de sus miembros, su “fina” piedad, su “delicado amor” a la Eucaristía, su “fresca” devoción a la Virgen, su vivencia “frecuente” de la confesión, su “candente” alegría, su laboriosidad y su cariño hacia todos.
Unas de las características esenciales en la vida de San Josemaría, al igual que la de todos los santos, es la autenticidad.
En la vida de los Santos: no caben los tapujos, ni la falsedad, ni la verdad a medias, ni el dorar la píldora, ni la mediocridad, ni la tibieza, ni la comodidad, ni el desorden, ni el egoísmo de vivir engolfado en el propio capricho, ni el egoísmo de saborear los pequeños pero frecuentes placeres mundanos.
En los Santos tampoco cabe la dejadez, y apatía, ante los problemas de los demás; y ante los problemas que afectan gravemente a millones de seres humanos en todo el mundo.
En los Santos tampoco cabe la actitud siniestra de quien piensa que todo está perdido, porque junto a Dios nunca todo está perdido; pues Dios, es el Dios Soberano de Todo Poder y Majestad.
Y así vivió San Josemaría sabiendo: que la verdad, que la virtud, que la nobleza y que la sensatez, a diario, debían de estar presentes en nuestra vida cotidiana, en el cada día.
Gracias San Josemaría por dejarnos el ejemplar testimonio de una vida como la tuya, llena: de gracia espiritual y de grandeza humana.