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enero 2014

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San Josemaría, Doctor de la Iglesia

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San Josemaría Escrivá de Balaguer es uno de los personajes más excepcionales del siglo XX. Nació en  España. Aragón. El 2 de enero de 1902. Desde joven entendió que Jesucristo era el faro  más luminoso de su vida y se dedicó: a conocerlo a Él, a conocer su doctrina y a seguir el mandato de su Iglesia. Después se fue dando cuenta, a través de Jesús, de que en ese  entramado de doctrina y vida que eran sus creencias, Dios  le pedía algo, algo muy importante, y en ese: pensar, reflexionar, amar, luchar y sufrir: Dios le hizo ver el Opus Dei. Un camino de santidad, el gran camino para muchos, un camino que es grandioso en la medida que ha roto los moldes de la valiosa religiosidad de antaño para abrirse a una religiosidad que lleva el sello de algo innovador, de algo peculiar, extraordinariamente peculiar. Un camino de santidad en las encrucijadas del cada día, en las encrucijadas de cada ocupación y dé cada ambiente social, por diverso que sea. Por lo tanto considero, sin lugar a duda, que: su doctrina, su obra, su ejemplo, sus escritos, su santidad, su perfecta concreción de la institución creada, su capacidad de empatía, su grandiosidad en el panorama del amor, su heroicidad, su estabilidad emocional y sincera basada en el auténtico amor a Jesucristo, su don de gentes, su entendimiento profundo del ser humano, su original descubrimiento para conquistar el mundo, hacen de él un Doctor de la Iglesia. El Doctor de la Iglesia del siglo XX. Sus escritos llenos de vibración  espiritual son de una  inconmensurable y valiosísima riqueza, ya que todo aquel que los lee queda “tocado”  por el efecto de la Gracia; miles de personas, a través de sus escritos, han encontrado su camino vocacional, su camino para descubrir las maravillas de nuestro Padre Dios. La vibrante  capacidad de transmitir, cuando estabas ante él, es una muestra de la profundidad de su amor a Jesucristo; San Josemaría desbordaba: cariño, amistad, fe, esperanza … Su Obra humanamente es una muestra del talento de este hombre singular; también es cierto que ese talento le venía a través de la unión con el Ser Supremo a quien tanto amaba y le venía también  de ese sacrificio escondido y constante, ese sacrificio con el que sintonizaba con  el Autor de la Vida. Lo más importante de su  mensaje es su aportación a la vocación de los laicos en medio del mundo y en ese sentido participó en el concilio Vaticano II. Importantes fueron también en este sentido las aportaciones al concilio de Monseñor Álvaro del Portillo primer sucesor de San Josemaría en la prelatura del Opus Dei. Don Álvaro destacó por su humildad y por su conexión y  adhesión a San Josemaría al que todos en el Opus Dei desde siempre hemos llamado Padre. Don Álvaro en Madrid el 27 de septiembre de 2014 será proclamado Beato. Su afable sencillez, su amable figura: cercana y llena de paz han cautivado al mundo. Podríamos seguir hablando de infinidad de cuestiones que respaldarían el que San Josemaría pudiera ser considerado Doctor de la Iglesia, pero son suficientes estas pinceladas  para abrir esta puerta, y una vez más dar a conocer  este testimonio ejemplar de: un Santo de nuestra tierra española, un Santo de nuestra época y un Santo con un gran carisma de fundador.


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