“Salve primero a mi hermano”.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Quisiera antes que nada contar lo sucedido; y por lo sucedido se darán cuenta de que ello es motivo o puede ser motivo de reflexión; pero primero empecemos por relatar los hechos: “Donna Rice y sus dos hijos, Jordan y Blake, de diez y trece años de edad, regresaban a casa. Llovía mucho. Eran conscientes del mal tiempo que reinaba durante esa semana en la mayor parte del país, especialmente en la zona donde vivían, en los suburbios de Brisbane, la tercera ciudad más populosa de Australia. Lo que no podían imaginar era que en poco tiempo estarían rodeados sin remedio por el agua. La tromba de agua que aquella tarde arrasó Toowoomba, en la zona oeste de Brisbane, fue descrita por testigos presenciales como: “un furioso tsunami que arrastraba automóviles, arrancaba árboles y destruía viviendas con enorme facilidad”.
La familia Rice no tardó mucho en darse cuenta de que sus vidas corrían peligro. La madre llamó a los servicios de emergencia, que le recomendaron permanecer dentro del vehículo. Pero a los pocos minutos se vieron arrastrados por la corriente.
Enseguida se encontraron con que estaban ya en esa delgada línea que separa la vida de la muerte.
Finalmente el coche se detuvo, pero el nivel del agua seguía creciendo, por lo que Donna y sus dos hijos tuvieron que subirse al techo del automóvil.
El conductor de un camión que pasaba por allí logró descolgarse con una cuerda y llegar hasta ellos. Tendió la mano a Jordan, pero su respuesta fue muy clara: “Salve primero a mi hermano”. Así lo hizo aquel hombre, que logró poner a salvo a Blake.
Después la cuerda se rompió cuando intentaba salvar a su madre y a Jordan, que fueron arrastrados aguas abajo. Pudieron aferrarse a un árbol durante unos minutos, pero enseguida fueron absorbidos por la corriente y perecieron.
Hasta aquí el relato de los hechos, relato que he podido conocer por una publicación de Alfonso Aguiló y A. Mendíz
Esta historia, dramáticamente real, nos permite considerar un tema tan fundamental como es la capacidad de renuncia a uno mismo por amor al otro.
Jordan Rice no dudó en pedir que salvaran primero a su hermano, su gesto es un claro testimonio de lo que puede ser capaz el hombre, una muestra de que en su interior hay siempre: “Semillas de grandeza”; hay: “Arranques generosos” que hacen el mundo más humano y más habitable y hacen más llevaderas las penas que cualquier vida encierra.
Poco después de la tragedia, el padre comentó: “No puedo ni imaginarme qué pasaría por la cabeza de mi hijo Jordan para dar su vida y salvar a su hermano…”.
Quizás la única y mejor respuesta es que: “El amor no necesita razones”.
En palabras de San Bernardo: “El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar”
El mandamiento de Jesús a sus discípulos dice: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. ¿Pero es eso posible? ¿Puedo amar como Dios me ama a mí?”. Amar como Cristo me ama, significa que tengo que amar al prójimo incluso hasta dar la vida por él.
Otra reflexión que nos puede servir: <<La generosidad no se aprende de un día para el otro; como toda virtud, se cultiva con el tiempo, y cuando llega el momento de la prueba, se ve «de qué pasta estamos hechos»>>.
Y para terminar considerar la idea de que estos comportamientos no son fruto de un impulso momentáneo, normalmente son fruto de una preparación que exige una educación adecuada; los jóvenes que no están educados: para compartir, para querer a los demás, para respetar a todas las personas, es muy difícil que en un momento especialmente grave como el de nuestro protagonista actúen de esa manera.
Por eso es tan importante que a los jóvenes se les eduque para que sepan darse a los demás, para que sepan compartir vivencias y experiencias y aún la misma vida.
En el fondo del mensaje está la importancia de estar dispuestos generosamente a vivir por y para los demás, de estar dispuestos a ser solidarios, de estar dispuestos a colaborar para que este mundo cada día sea o un poco mejor.
Este joven australiano ha conseguido con su acción y con su misma vida que nos demos cuenta de que en muchas ocasiones hay gente dispuesta a hacer el bien, hay gente dispuesta a amar. Aún hoy, hay gente buena que superan los propios miedos, incluso los más arraigados, al alcance del amor.