Robar un pedazo de Cielo.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
El sufrimiento experimentado por san Josemaría Escrivá en su propia familia, y en su vida, fue el modo, que Dios dispuso para que adquiriera la madurez que otros sólo alcanzan después de muchos años.
- Estuvo seriamente enfermo en su infancia. A punto de morir.
- Tuvo que enfrentarse a la muerte de tres de sus hermanas muy pequeñas, siendo él también pequeño.
- Contempló el sufrimiento de sus padres ante las consecuencias de una fuerte crisis económica.
- Se vio obligado a trasladarse a otra ciudad con el consecuente cambio en el estilo de vida.
- Luego, volvió a experimentar el sufrimiento en el seminario. Dolor este, que aunado -a muchas horas de oración ante el Santísimo Sacramento- le hizo madurar espiritualmente.
- Sufrió además de diabetes, enfermedad que le dejó exhausto durante muchos años.
- Sufrió persecuciones durante la fundación del Opus Dei.
- Sufrió mucho durante la Guerra Civil española.
Las múltiples pruebas de todo tipo, que el Señor le envió, requirieron una gran dosis de espíritu de sacrificio.
San Josemaría siempre tuvo:
- “La capacidad de entender el sufrimiento y dolor ajeno debido a su propia experiencia personal, y no solo por conocimiento teórico”.
- “Y se enfrentó al sufrimiento con: amor, fe y valentía; y con una gran paciencia humana y sobrenatural”.
En Salvifici doloris, 25. Se dice:
- “Los testigos de la cruz y de la resurrección de Cristo han transmitido a la Iglesia y a la humanidad un específico Evangelio del sufrimiento”.
- El mismo Redentor ha escrito este Evangelio:
- “Ante todo con el propio sufrimiento: asumido por amor; para que el hombre no perezca, sino que tenga vida eterna”.
- Este sufrimiento, junto con las palabras de sus enseñanzas, se ha convertido en un rico manantial para cuantos posteriormente han participado esos sufrimientos de Jesús:
- En la primera generación de sus discípulos y confesores.
- Y luego, en las que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos.
El Santo Padre Juan Pablo II, cree y nos dice:
- “Aquellos que sufren son protagonistas privilegiados del Evangelio del Dolor, que Jesucristo en persona comenzó a escribir con el suyo propio”.
- “Cada persona que sufre trae este Evangelio a la vida con su propio dolor personal”.
“Es un Evangelio vivo, que nunca terminaremos de escribir, y que verdaderamente nos capacita para reconocer a Dios mismo en cada uno de los que sufren”.
En su profecía del Juicio Final, nuestro Señor nos dice:
- Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha:
- Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque estuve enfermo y me visitasteis.
Señor, ¿Cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte? Y el Rey les dirá:
“En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis”.
Mt. XXV, 34-41.
Consciente de la identificación entre Cristo y los enfermos:
- “San Josemaría siempre intentó transmitir a aquellas personas cercanas a él, un especial cariño por los enfermos”.
Constantemente repitió que amaba a Dios y a los demás con el mismo corazón. Sabía cómo amar a los otros a través de Dios y ellos, a su vez, le acercaban más a Dios.
Los enfermos ocupaban un lugar especial en el corazón de san Josemaría, porque en cada uno de ellos veía la imagen de Cristo que sufre. Por esta razón, cada uno le atraía, de una manera espiritual misteriosa y fuerte.
En la oración, se imaginaba a sí mismo como uno de los Apóstoles, deseando reparar, como ellos, por su huida en el momento de la Cruz; y también para reparar por todas las deserciones, de todos los tiempos, que habían aumentado tanto, tanto los sufrimientos de Jesús.
Deseaba que los enfermos fuesen amados de la misma manera como una tierna madre ama a su hijo, y que nunca se les dejase solos:
- “Como siempre, cuando un hijo mío se encuentra enfermo, les digo a aquellos que viven a su lado que deben cuidarle de tal manera que no extrañe los cuidados de su madre que está lejos.
Y que en aquellos momentos, debemos ser como una madre para ese hijo mío, cuidándole como ella lo hubiese hecho”.
Y en otro momento San Josemaría dijo a médicos y enfermos:
- “Aunque somos pobres, nunca hemos de ahorrar nada en el cuidado de nuestros hermanos enfermos”.
“Si fuese necesario, robaríamos un pedacico de Cielo para ellos y el Señor nos perdonaría”.
Fuente: Paola Binetti