Rajoy no es la solución
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
El Presidente de un país ha de ejercer en todo momento como su máximo valedor, y cuando ese requisito político se incumplen nunca lo es por razones de Estado, sino por inaceptables intereses espurios, que en correspondencia, por salud democrática exige electoralmente su sustitución.
Los intereses económicos en una mano y la democracia en la otra, esa fue la pauta seguida por quien desoyendo los consejos del FMI y de la Comunidad Europea desechó la aplicación de la austeridad optando alternativamente por abrir de par en par las puertas al crecimiento, siendo así como después de dejar atrás la hecatombe bancaria, en solo cuatro años fueron capaces de recuperar el terreno perdido situando al país en el buen camino, con una exigua tasa de paro del 3, 6%, y una expansión del Producto Interior Bruto (PIB) del 3, 3%, cifra que por si misma supera con creces el triple que la de los estados de la zona euro.
Regeneración posible en un país como Islandia, que al no formar parte de la Unión fue ajena a su disciplina, y soberana por tanto para diseñar el futuro acorde a sus necesidades e intereses, siendo el mas eficiente referente de tal decisión, el ventajoso balance de resultados alcanzado en tan corto período, que en contraste con las negativas resultas cosechadas por los estados miembro en idéntica temporalidad, ponen de manifiesto el estrepitoso fracaso ante la crisis que supuso la contraproducente austeridad ecuménica prescrita por Berlín, que mas que impulsar las entusiastas expectativas de sus defensores, no ha hecho mas que potenciar el desastre al promover el estancamiento generalizado de la economía y el incremento descontrolado de la deuda pública.
Pero cuando esta realidad debiera ser justificación suficiente para dejar en suspenso las draconianas medidas de austeridad y darle una oportunidad a las políticas de crecimiento, ocurre que en esta España nuestra, unos subordinados representantes con su Presidente al frente, en un ejercicio de escamoteo democrático al margen de los derechos e intereses de sus representados, prosiguen su rutina mimética de asumir como propias las directrices impuestas desde Berlín a través de unas instituciones no elegidas democráticamente que como la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, tomaron por asalto la Unión, utilizando el foro europeo en beneficio de las grandes fortunas y las corporaciones financieras.
Si la draconiana austeridad que preconiza Rajoy hubiera sido eficaz, después de cinco años la realidad del país debiera ser otra, distinta y ventajosa
Aun cuando la aplicación de los programas de austeridad equivalen al tratamiento que pretende curar la enfermedad matando al paciente, a pesar de lo evidente de tal analogía, en nuestro país, contra todo pronóstico se sigue subestimando el alcance de sus perjuicios, eso al menos es lo deducible a juzgar por la férrea defensa que sobre tales políticas sigue manteniendo nuestro presidente, un Rajoy que a pesar que el alcance de su aplicación solo ha conseguido paralizar el crecimiento y que su marco de exigencias resulta cada día mas insostenible, en vez de reconducir posturas optando alternativamente por la senda del crecimiento inclusivo, decide ejercer de renegado y así mantener su nefasto papel como gran aliado de las exigencias de Merkel contra los países del sur, entre cuyos afectados, paradójicamente, se encuentra su propio Estado.
En este mayo electoral se cumplen cinco años de la llegada de las recetas de austeridad a España, y lo cierto es que desde aquel acuerdo de la cumbre europea de su puesta en práctica, a pesar de la rigidez de sus medidas, que junto al incremento de la presión fiscal guillotinó el gasto público en el contexto de una dinámica extensiva de recortes que frenaron actividad y suprimieron el estado de bienestar, en síntesis, cabe referir que el quinquenio se cierra marcado por el deterioro económico, que partiendo del anacronismo de unos bancos rescatados con el sacrificio repercutido a los contribuyentes, concluye su balance, superando el incremento de dos millones de parados y situando la deuda pública mas allá del billón de euros, sin lograr rebajar en modo alguno el déficit público, añadiendo a ello el empeoramiento generalizado de los principales indicadores económicos que en si mismo son la advertencia mas contundente del fracaso de una austeridad que no ha hecho más que potenciar el desastre.
Si la draconiana austeridad que preconiza Rajoy hubiera sido eficaz, después de cinco años la realidad del país debiera ser otra, distinta y ventajosa, pero lo cierto es que su aplicación no solo resultó socialmente devastadora y económicamente desastrosa, sino también una decisión política descerebrada, que electoralmente demanda reconducción en aras a establecer políticas de estímulo y crecimiento.
Pero lo cierto es que para afrontar con éxito esta nueva andadura sobran los que están.