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enero 2015

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Empleo: Ni está ni se le aguarda

Publicado por , Posteado enOpinión

Por mas alardes que proclame Rajoy, lo cierto es que estamos más cerca de una nueva depresión que de la tan pregonada recuperación, siendo reflejo de tal aserto, el fracaso de su política laboral a juzgar por la nula creación de empleo.

Como principal  preocupación  ciudadana, que la es, el objetivo  de crear empleo y reducir el paro, en apariencia,   se ha convertido  en  el discurso  electoral  por antonomasia, aún cuando,   los distintos ensayos  políticos llevados a término en la  última década  para poner freno  a esta lacra  social   hayan  resultado un estrepitoso  fracaso, y ello, en razón al común denominador de una contraproducente desregulación del  marco de  relaciones laborales, que en si misma generalizó la precariedad,   tanto a efectos de empleo como a nivel  salarial.

Adversos aspectos  que   mas que dinamizar y estabilizar la situación,   no solo la dificultaron sino que derivaron en  lo «efímero laboral», hasta el extremo que la degradación de las condiciones laborales generalizó  el subempleo  como norma  de contratación, eventualidad  que añadida al escaso peso  de la  oferta, además  de no satisfacer  en modo alguno   la progresiva demanda,  hicieron que  sus secuelas influyeran  de forma perversa  sobre el crecimiento  y acentuaran  con ello  la  contracción  económica, que resulta ser  el peor de los aliados;  pues para crear  empleo es condición «sine que  non» que exista crecimiento económico, porque sin garantizar esta premisa, ningún mercado de trabajo  por flexible que establezca  su  regulación  será capaz de lograr este cometido.

Pero  quienes como el PP rinden culto al  credo  neoliberal, lejos de apostar por la solidez de un crecimiento robusto y sostenible como soporte de una economía consistente y competitiva,   en su porfiado empacho de austeridad, plegándose  al dictado de los mercados, optan por el establecimiento de  empleos de peor calidad, intentando al efecto  colarnos  como adecuadas el despropósito de sus políticas en curso, aún siendo una quimera que a través de la elasticidad inducida por el empeoramiento de las condiciones laborales y salariales se pueda lograr  estabilidad en el mercado de trabajo, pues  lo cierto es que con el actual formato económico de aplicación, por su inconsistencia  y esclavizada dependencia,  en repercusión, mas que propiciar el aumento de los índices de empleo vienen  a intensificar  el hundimiento del mercado laboral.

Por eso las cifras nos sitúan  a la  cabeza de Europa en niveles de  precariedad,   tal es así, que aún con mayor  prestación salarial y garantizando  mayor  cobertura  de empleo,   los países punteros de  nuestro entorno  próximo son mas competitivos, y no porque su clase trabajadora sea mas laboriosa, sino  por haber  seguido políticas de planificación mas eficaces y coherentes, que lejos de conducirles  como en nuestro caso,  en dirección a la volatilidad del empleo,  lo hicieron  activando su capital humano, reordenando los sectores productivos,  ajustando la formación a la  demanda e innovando en  la organización del trabajo, es decir, todo lo contrario a las medidas llevadas a término en nuestro país, cuyo resumen se limita a un histórico de  atípicas reformas  laborales, con un resultado final que pone de manifiesto que  el mayor de los  problemas del desempleo radica en el anómalo funcionamiento del mercado laboral, y todo  porque  la inestabilidad en el  empleo, causa  insuficiencias coartando  con ello  toda posibilidad de  estabilización por estancamiento de la productividad.

Sin crecimiento económico, ningún mercado de trabajo por flexible que establezca su regulación será capaz de generar empleo

De ahí que en primer término,  toda solución para el mantenimiento y la   generación de empleo haya de  pasar forzosamente  por un cambio sistémico, una mutación al completo de la regulación laboral,  que ponga término a la negativa  singularidad del actual mercado de trabajo, reduciendo  a mínimos  la modalidad  de contratos temporales, y haciendo que el despido mas que una rutina sea  la última opción, para así desde una realidad mas acorde,   aplicar parámetros  de flexibilidad y productividad fundados en la formación  y especialización del capital humano  que consonante a resultados adjudique estabilidad laboral y  permita el crecimiento salarial.

Aún cuando para impulsar otra política de creación de empleo, a lo ya expuesto, hay que añadir  medidas  complementarias  de reactivación,   destacando por preferentes,   la habilitación  de  vías de   financiación alternativas  a la negativa bancaria  en facilitar crédito a la economía real, la fiscalización y control de los mercados energéticos y de la utilización inflacionista de sus precios, al igual  que la puesta en práctica de un sistema de fiscalidad que en el ámbito empresarial garantice el principio de generalidad, equidad y progresividad.

Como queda dicho, esa  realidad solo se corrige a través de los estímulos  que la situación requiere, pero  nunca  con prácticas de  distorsión como las utilizadas  por el Presidente Rajoy, que lejos de reconocer  sus errores y proceder vía  enmienda,   se empeña en seguir manipulando la realidad,   y  ocultando que según la EPA, desde su toma de posesión hasta la actualidad las cifras delatan sin sesgo, que lejos de los  éxitos que se arroga con su política laboral, la contundencia de los  resultados   pone de manifiesto que durante ese período no se ha creado ni un solo puesto de trabajo tal como vienen a refrendar  el hecho  que  la tasa de paro  se acrecentara  sustancialmente  en dicha  temporalidad.

Y cuando esto es lo que acontece,   es obvio que  el empleo, ni esté ni se le aguarde.



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