Cartas al Director

Quién iba a pensar en los años 1975 y 1976 cuando España ardía en deseos de libertad, ardía en deseos de apertura a una política moderna anclada en valores tan importantes como: el respeto, la tolerancia, la honestidad, la lealtad, la convivencia y la democracia; cuando en España había deseos de convivir pacíficamente, dejando a un lado las diferencias para confraternizarnos en una unidad que nos trajera una prosperidad que todos necesitábamos y que todos queríamos alcanzar; cuando en España había: deseos de progreso; deseos de construir una estabilidad, que tuviera sus pilares bien anclados en la realidad de un país moderno con prósperos avances tecnológicos, con economías abiertas al exterior y con personas preparadas para que España pudiera afrontar un gran futuro.

Quién iba a pensar: en el anclaje actual de un país sumergido en el caos de una corrupción total; en el anclaje de un país con paro generalizado; en el anclaje de un país de ricos en los que los pobres mendigan esperando que caiga algo de la poderosa y “asquerosa” mano del ambicioso usurero; en el anclaje de un país sin ideales en donde van ganando terreno los enemigos de la verdadera libertad y de la verdadera democracia.

Quién iba a pensar que España en tan breve espacio de tiempo sucumbiría ante la terrible fuerza de un mal tan despiadadamente incontrolado.

Todos sufrimos ante este desconcierto que avanza irreparablemente y que de seguir así dará al traste con los pilares de la pacífica, libre y justa realidad democrática; de esa democracia real sobre la que se construye: la vida, la verdad, la honestidad, la transparencia, el amor, el cariño, el respeto, la tolerancia y un sinfín de valores que tanto empezamos a anhelar.

Que Dios proteja a España y a sus mandatarios para que pongan todo su esfuerzo en reconducir el país hacia los auténticos valores democráticos y hacía la eliminación de esas fuerzas fraudulentas que tanto mal han hecho y siguen haciendo en estos últimos años.