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sábado

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noviembre 2013

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Propuestas para meditar

Publicado por , Posteado enOpinión

El personal que trabaja de cara al público, no en todos los sitios por igual, claro, tiene que soportar una presión superior casi todos los días a la que pueden «digerir». Lo veo en el personal del Área Administrativa de un Ambulatorio grande, como donde trabajo, lo siento en mis propias carnes de médico de primaria y lo veo en muchas otras facetas de la vida laboral en general.

Este dis-estrés –que hemos aceptado parece ser como «normal»–, compromete no solo la salud de los trabajadores, sino que está volviendo neurótico el Sistema que se aplica por unas áreas gerenciales y de “recursos humanos”, más preocupadas, entiendo, por el tema económico y de imagen que por otra cosa. Todo esto, ha hecho que aumenten los enfrentamientos entre los que reclaman atención y el personal que atiende, entre los miembros de las distintas áreas laborales –cada día más enrocados y a la defensiva– y… bueno, en todos los ámbitos en general.

Lo he dicho alguna otra vez y lo repito, más que aplicar soluciones simples –que algunas se aplican, tampoco niego la mayor–, se incide en las complejas, producto del intento de justificación (el ego a pasear) y su pretensión de demostrar. La explicación viene de que, la inmensa mayoría, hemos aprendido a vivir en una cultura que alimenta las conductas “egóicas”, reactivas y victimitas.

Existen, para mi gusto, demasiados cargos intermedios, que ponen en marcha acciones y planes para reorganizar la situación, pero pocos «indios» para llevar a cabo el trabajo con menos presión. Se refuerzan, a menudo, los puestos organizativos, y se asignan recursos para propuestas que parecen desde el principio, y acaban resultando al final, ineficaces, pero no se refuerzan los puestos sobrecargados, ni tampoco se hace una llamada social a la responsabilidad

Existe un estrés positivo, que nos facilita las actividades de la vida diaria, y un estrés negativo (dis-estrés), que comienza a notarse a la hora y media de trabajo continuado y conlleva dificultades de concentración y de memoria, además de tensión y cansancio que multiplican los fallos del trabajador. Este dis-estrés, hemos caído en el error de querer combatirlo exclusivamente, como enseñan muy bien en los cursos de liderazgo y relaciones humanas, con respiraciones profundas, mediadas para la mejora de la asertividad y la escucha, además de otros, que, creo, no sirven ni servirán si no nos hacemos bien conscientes de la situación sobrevenida y educamos mejor a la gente –desde la infancia– para ser menos dependiente de la estructura del Estado que, como cualquier estructura que concentra poder y alimenta la dependencia del ciudadano que delega su responsabilidad en él, empieza a hacer aguas. Unas aguas que nos pueden inundar seriamente si no aplicamos solución al factor humano y el dis-estrés comentado, nos auto-gestionarnos mejor y simplificamos.



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