Cartas al Director

La España profunda no es una leyenda del pasado. Al observador atento cada día le asalta una traza de su esencia… SE SUICIDA UNA ADOLESCENTE DISCAPACITADA AL SUFRIR ACOSO ESCOLAR EN MADRID… la suerte es que el apego por la vida es demasiado fuerte en la gran mayoría de los individuos y ello nos libra de suicidios diarios. Este suicidio no es más que una lágrima de hielo en el corazón inerte del sistema educativo. Así llamamos a esta máquina de generar frustración y sometimiento, que aliena a los educados en general y aniquila a los llamados  ACNEAE y ACNEE, alumnos de necesidades educativas especiales, definidos en la LOE según sus causas. Aniquilados porque bajo el capote de la falsa integración son tirados a los leones cada día en el coso de los centros educativos donde son presa fácil de los demás alumnos ante la impasible mirada de esos supuestos educadores que resultan absolutamente ciegos ante cualquier situación que no dañe su autoridad, que es lo único que les importa. Nos han vendido durante años la idea de que los profesores son víctimas de sus alumnos y de sus familias pero la realidad es que son los alumnos y sus familias los supervivientes de los abusos constantes y la ausencia de cualificaciones tanto profesional como personal de esos mal llamados docentes. En honor a la verdad, siempre existe algún buen profesional (con verdadera vocación) que suele vivir agazapado en un rincón del centro, sobreviviendo y dando un poco de calor humano a algunos alumnos que tienen la suerte de caer bajo su responsabilidad pedagógica. Pero estos son excepción. La gran mayoría son personas frustradas e incluso dañinas. En primaria encontramos muchos cuasifracasados en su época estudiantil que vieron en el magisterio una salida digna en horario y sueldo, sin vocación pedagógica e incluso sin amor hacia los niños. En secundaria ya es escandaloso el gran número de profesionales ineptos para el ejercicio de distintas carreras que entraron en la enseñanza como honrosa forma de ganarse las lentejas, que vierten hacia sus alumnos todas sus frustraciones y que ejercer de manera feroz el proselitismo. Salpimentemos estos ingredientes con  la esencia de la condición humana: egoísmo, amiguismo, celos, ansias de poder,… el guiso resulta tóxico para la mayoría de los alumnos pues produce mutaciones cerebrales que perpetúan e incluso agudizan el proceso de enfermedad social en el que vivimos. Y los alumnos especiales que son los más frágiles, sucumben moral, psicológica, intelectual y físicamente, como ha sido el caso de esta niña que destruida interiormente, ha renunciado a su vida, atrapada en el sistema de castración intelectual que tenemos instalado en nuestro país… pero todo va bien porque cada año se celebra el día de la paz, dibujamos y soltamos palomas mientras apartamos e insultamos con la mirada al débil, le aislamos y le hacemos saber que no le queremos cerca. Todo ello bajo el auspicio de esos educadores que ensalzan al segregador porque es capaz de repetir de memoria las lecciones y doctrinas que él o el sistema preconizan.