Cartas al Director

Ya sé que le hago el juego al Obispo, haciéndome eco de sus desatinos, pero es que Demetrio hace hablar a las piedras.

Ya sé que hasta su propia sombra le ha abandonado harta ya de él; pero bueno, a mí es que me da pena verlo tan sólo y sin nadie que le haga caso, por supuesto por su culpa, por su grandísima culpa.  

A ver si lo echan ya de una vez, para Granada.

Ahora ha hecho un llamamiento a los católicos para que den acogida a los inmigrantes.

Pues nada, Obispo; llévatelos a tu palacio episcopal que allí hay espacio, coches, sirvientes, dinero y despilfarro más que suficientes como para acabar con el hambre de muchos.

Es decir, que la solución está en tus manos, Obispo, y no en las del pueblo cordobés arruinado precisamente, por la pésima gestión que hicieron tus mercaderes del Templo cordobés, en la quebrada Cajasur.

¡No lo perdones, Señor; porque sí sabe lo que hace!

Rafael Bueno.

Córdoba.