Ni Derechas ni Izquierdas
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Convertir la indignación social en poder político a través del refrendo popular, ha de ser la alternativa a seguir para sustituir un bipartidismo corrupto y sin regeneración posible, y desechar con ello el falso paradigma de la Izquierda y la Derecha.
Lo que hasta ahora venía siendo de uso frecuente para posicionar planteamientos y postular ideologías, en la actualidad, aquella división de sensibilidades políticas surgidas de la revolución francesa y que llegara a nuestros días encasillando los idearios políticos como de Izquierda o Derecha, ha entrado en extinción, dando paso a un nuevo ordenamiento conceptual, cuya divergencia protagonista la conforman de una parte los que vienen dispuestos a cambiar la política para mejorarla, y en el extremo opuesto, los que como hasta ahora apuestan por la continuidad de que todo permanezca igual, para así seguir disfrutando de privilegios.
Dicho esto, es obligado referir que en el contexto social en que nos movemos, tomando lección de nuestro último ciclo «democrático», decir que representa un contrasentido mantener vigente el espectro político de izquierdas y derechas, cuando lo cierto es, que los referentes de ambos paradigmas fueron la constante de alternancia en el devenir del país, y por tanto, expresión manifiesta que tanto la derecha de la Gürtel como la izquierda de los EREs, por sus actos y sin distingos, son expresión de equivalencia en una corrupción extensiva que con idéntico signo y análoga dimensión, su quebranto, fue factor desencadenante de la crisis, y causante de haber conducido a España hacia el desprestigio internacional, de motivar un desempleo masivo y tenernos sumido en la mas absoluta pobreza e inmersos en la injusticia social.
El etiquetaje ideológico de izquierda – derecha que ya ni respetan los mismos partidos que lo proclaman, ha entrado en caducidad, y todo, como consecuencia de su propia disfuncionalidad, de ahí que ahora para eficaz resolución de los problemas del país, éstos hayan de ser afrontados desde parámetros de renovación, desechando el ofrecimiento de opciones finiquitadas que ya resultaran adversas como alternativa al cambio necesario; sin que ante tal disyuntiva quepa admitir el amedrentamiento que sin duda utilizarán los guardianes del sistema, amenazando de los peligros que entraña votar al margen del actual encuadre, o lo que es lo mismo, advirtiendo de los riesgos que representa optar electoralmente por alternativas ajenas al bipartidismo.
Pero a pesar de las exhortaciones que promulguen, mas que nunca, la ciudadanía está obligada a tomar medida de la realidad, para percibir que en un país como el nuestro, donde son los mercados quien imponen lo que ha de hacer el gobierno, y en el que el supuesto Ejecutivo asume a plena satisfacción el papel de gregario, saber que tan denigrante actitud, entre otros contraproducentes efectos, induce que la democracia languidezca, la política en sentido expreso se devalúe y el resultante acotamiento de las ideologías haga que por extinción sea innecesaria mantener la línea divisoria que en su momento deslindaba la dicotomía entre derecha e izquierda.
Mas allá que amagar una vez mas con el manido procedimiento de regeneración democrática, lo que demanda la situación a la mayor urgencia es un rescate político en toda regla.
Todo un galimatías que ha degenerado en una crisis de valores, cuyos protagonistas no son otros que los dos partidos que en suplida alternancia tomaron control formal del Gobierno, y que ahora, intentan evadir responsabilidades tras maniobras de continuidad, aparentando estar haciendo cambios que necesita el país, al solo objeto, de utilizar la dinámica de la argucia para seguir estafando a sus tradicionales electores.
El epicentro de los males de nuestro sistema está localizado en el entorno que conforma el tándem PP-PSOE, sin que en este caso, el concepto asociado de derecha e izquierda política mas que ser significativo de posturas ideológicas, sea la nota discordante de las contradicciones que envuelve la susodicha conceptualización; pues en ambos casos, exigua o nula ideología política se le puede adjudicar a ninguno de los dos partidos que vienen dando cobijo en sus filas al grueso de la corrupción del país, un injustificado amparo que mas pronto que tarde acabará por dinamitar a una y otra formación por mantener en su foro a unos cuadros militantes que por la oscuridad de sus actos, a todas luces resultan ser amistades peligrosas para la democracia.
Hemos llegado a tal punto de detrimento que la degradación ha superado todo límite tolerable, hasta el extremo, que la situación política del país raya en lo dramático, y por tanto, mas allá que activar una vez mas el manido procedimiento de regeneración democrática, lo que demanda la situación a la mayor urgencia es un rescate político en toda regla, con la finalidad de paralizar viciadas inercias y orientar los objetivos a conseguir que la acción del Estado sea desempeñada en beneficio de la sociedad; convirtiendo la indignación en cambio político y haciendo que determinadas fuerzas minoritarias logren captar el voto descontento de Génova y de Ferraz.
Y eso ha de ser así, contando con el refrendo de la voluntad popular al margen del falso arquetipo de la Izquierda y la Derecha, pues si en realidad nos preocupa el futuro, hemos de evitar por todos los medios que se repitan los errores del pasado.