Cartas al Director

MÁXIMA PRIORIDAD

No debemos volvernos locos buscando aquello que necesitamos para cambiar la deriva social, pues ya lo tenemos, y es la capacidad de hacernos conscientes y vivir la vida en coherencia con nuestros sentimientos auténticos: la alegría, paz interna y, como corolario, el amor. Un amor, desinteresado que surge de la comprensión de que todos estamos unidos, de que somos partes de lo mismo: pura conciencia expresándose en la vida, en la forma.
No confundir sentimientos auténticos con falsos, con esa emotividad que conocemos, condicionada por tantos y tantos aprendizajes erróneos (limitaciones, el hábito de juzgar y juzgarnos, de culpar y culparnos). Liberarnos así del peso de esos falsos aprendizajes y expresar eso que ya tenemos, a espuertas además: la alegría, la paz y el amor auténticos.
Porque nos educaron en lo contrario, en la separación, en la competición, en la carencia, en la identificación con nuestros egos (nuestra identidad espuria para experimentar en la forma), e intentaron, e intentan prostituir lo más poderoso de que disponemos para actuar en la forma: la palabra.
La palabra y el amor son la auténtica luz de la conciencia, capaces por sí solas de diluir el miedo y la enorme oscuridad que nos envuelve. Y nada ni nadie, a pesar de la manipulación y la mentira, podrán impedir el gran cambio que está en camino. Para facilitarlo, nuestra máxima prioridad deberá ser ralentizar el ritmo vital y nuestras exigencias actuales, simplificar al máximo nuestras vidas y darles contenido; poder tomar contacto más fácilmente con nuestro interior y vivir en coherencia de pensamiento, sentimiento y acción.