Mas que un debate, una pantomima
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
El debate sobre el estado de la nación, mas que desarrollarse acorde a su función, se convirtió en el pistoletazo de salida de la precampaña electoral y en un intento desesperado por rescatar a un bipartidismo decadente
En este último debate del estado de la nación, los grupos mayoritarios del hemiciclo mas que tomar partido por la responsabilidad trayendo a colación los verdaderos problemas del país, y en correspondencia, las medidas paliativas que la actual coyuntura requiere como respuesta a la crítica situación que está a padecer la mayor parte de la ciudadanía, contra todo pronóstico, en su dinámica de distanciamiento con la realidad, los directos implicados optaron por el absurdo empeño de convertir el debate en una reafirmación continuista del bipartidismo, intentando con ello camuflar el deterioro del sistema de alternancia prodigado por el PP y el PSOE durante décadas, que convertido ahora en cáncer político ha tocado a su fin, como pone de manifiesto el hecho contrastable, conforme la corrupción, la indignación, Podemos y la réplica ciudadana, en su conjunto, hayan expedido a las dos históricas formaciones el acta de defunción.
A tal efecto, tomando cumplida conciencia de la realidad es obligado remitirnos al año 2011, por ser cuando dejando al margen la voluntad popular, ambas formaciones refrendaron conjuntamente con ávida rapidez (casi nocturnidad y alevosía), la reforma del artículo 135 de la Constitución, y resultar aquella decisión, además de un indicador fidedigno del deterioro causado a la salud y calidad del sistema democrático, el refrendo institucional que amparó la instauración de la austeridad como anacrónico modelo de desarrollo, y por extensión, la que facilitó la vía de apertura a la implantación del pensamiento neoliberal dominante en los establishments financieros y económicos europeos de perjuicio harto conocido, y cuya perniciosa repercusión, tan solo sería posible erradicar forzando la reversión de tan hostil giro constitucional.
Los resultados de aquella decisión no se hicieron esperar, siendo perceptible desde el primer momento la negativa influencia de sus efectos, que además de impedir la puesta en práctica de políticas de crecimiento, cerró a cal y canto todo acceso a la recuperación por el efecto contractivo que indujeron los recortes en el gasto público, en un entorno caracterizado por la falta de crédito y el desmedido endeudamiento, que en su conjunto, puso de manifiesto que la austeridad no era para nada el antídoto que requería nuestra economía sino la causa de su quebranto, y que por tanto, todo proceso de reactivación habría de ser impulsado aplicando medidas de inversión, pues por mas alardes triunfalistas que ahora se proclamen anunciando mejoría, la gravedad de la situación y sus perspectivas de empeoramiento a corto y medio plazo resultan a estas alturas, un todo evidente en la percepción mayoritaria de quienes de modo directo padecen sus efectos.
Dichas consecuencias vinieron a confirmar que la decadencia del sistema bipartidista tuvo su verdadera génesis en la actitud de compadreo de sus miembros ante la crisis, al respaldar con aquella reforma del marco constitucional políticas al servicio de los especuladores, como lo atestigua el hecho de desprenderse de la soberanía económica en favor de los mercados, o lo que es lo mismo, el trato de favor otorgado a organizaciones dedicadas a la gestión de los intereses del poder económico, a las que por pusilanimidad política las dejaron campar a sus anchas al margen de todo control y supervisión pública; y todo en perjuicio de la economía real, de aquella, que en mayor medida vendría a beneficiar la generación de riqueza, el empleo y el bienestar social.
El bipartidismo con sus nefastas políticas, ha puesto a la democracia en apuros y al país al borde del abismo
Por eso resulta duro afrontar el fariseísmo que acompañó el debate del estado de la nación, viendo como desde la burda manipulación, los miembros de la casta política ya metidos en campaña electoral se empeñaron en desigualarse ante la ciudadanía, en el más difícil todavía, de hacerlo, fingiendo diferencias inexistentes con un hipotético adversario, que por coincidencia en la acción política se está de acuerdo en lo esencial, y eso es así, aunque ahora uno y otro nos quieran convencer de su inocencia a través del despiste de inculparse entre ambos, sin caer en la cuenta que la ciudadanía después de sufrir en sus carnes la negligencia de las políticas de estos figurados contendientes, tienen blindada su memoria a toda infección política.
Dando por sentado que la recuperación económica depende de la estabilidad y la regeneración democrática, sobra decir que por su grado de deterioro, el bipartidismo, electoralmente, debe situársele al margen de toda intervención del proceso de recuperación, pues en su alianza y obscena colaboración con los directos promotores de la crisis, tanto socialistas como populares, por desgaste institucional han perdido toda legitimidad para ejercer papel protagonista en los grandes cambios que la situación del país exige, hablando por si solo, el creciente desapego y desafección ciudadana hacia quienes a través de sus nefastas políticas han puesto la democracia en apuros y al país al borde del abismo.
Por tanto, a la vista de los hechos la conclusión procedente sobre el debate del estado de la nación, ha de remitirse a la necesidad de implantar proyectos políticos de renovación que marcando el punto final de épocas pretéritas, pongan en el centro de la decisiones a gentes de refresco, a hombres y mujeres de probada solvencia, en sustitución de brokers enmascarados tras el uso indebido del contrabando político.