Los otros Santos Inocentes
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Hoy, ya entreabierta la puerta de fin de año, vivimos una fecha heterogénea, una jornada donde los medios de comunicación aprovechan para colar el gazapo y hacerlo pasar como noticia cierta, una data, que otros utilizan para dar rienda suelta a su singular sentido del humor, y el mismo día que los integristas del nacional catolicismo monopolizan ortodoxia para dar otra vuelta de rosca a su interesada cruzada de agitación y propaganda antiabortista, es decir, toda una métrica combinada de diversidad característica, una muestra variada que pone de manifiesto las distintas sensibilidades que rodean la conmemoración de aquel episodio hagiográfico del cristianismo sobre la matanza de los niños de Judea que instigara el cruel Herodes, con el fin de exterminar aun recién nacido Jesús de Nazaret.
Para acentuar esa pluralidad distintiva, tampoco seré yo quien hoy se reafirme en dar sentido estricto a la festividad litúrgica instituida por el Papa Pio V, aún cuando, por entender que la actualidad lo requiere, si traigo a colación a los Santos Inocentes, pero a otros mártires distintos a los de la celebración de este día, los magistralmente creados por Miguel Delibes en su extraordinaria novela que con idéntico título llevara Mario Camus a la pantalla, en la que fue y sigue siendo una de las mejores películas del cine español.
Novela y film que ilustran de forma realista la España franquista de los años 60, constituyendo su contenido una denuncia contra la ostensible política de marginación que en la sociedad de aquel tiempo tuvo especial repercusión sobre la vida de los menos favorecidos; lesiva influencia, que ahora, 53 años más tarde, en figurante democracia y con cambiantes protagonistas, de súbito, mas que mostrarse como el reflejo de una época superada, con la irrupción del nuevo Ejecutivo del Partido Popular pasó a tomar categoría de plena actualidad y la mas completa vigencia.
Es como si contra natura, fuera actualmente la ironía quien marcara la dirección de nuestro futuro, imponiendo por obligado itinerario un adverso viaje a aquel tiempo pretérito, haciendo que los fantasmas de la época negra de nuestra historia tomen cuerpo de realidad en pleno siglo XXI, y así, si en aquel entonces era el ritmo de la dictadura y el absolutismo de la oligarquía quien marcaba la pauta de regresión a los Santos Inocentes de la época, a los damnificados del tiempo presente, es la asimetría democrática y los mercados financieros con la colaboración política necesaria, quien imponen la instauración de un nuevo orden autocrático cuya hostilidad ocasiona la pesadumbre en la población mas expuesta, o lo que es lo mismo, en la amplia comunidad que agrupa a estos otros Santos Inocentes.
De ahí que cuando para desgracia social la derecha mas reaccionaria de toda Europa ejerce función de gobierno y decide desmontar los eslabones de la cadena que sustentara la sociedad del bienestar, la brusca pérdida de aquellos derechos adquiridos, hace que el oficialismo religioso que rodea esta celebración tome carácter accesorio, y muy especialmente la cruzada antiabortista de quienes tras su fingido empeño por preservar la vida, mantienen abierta complicidad con las antisociales medidas del gobierno que paradójicamente afectan a la subsistencia social como forma y acción de vivir.
Siendo el testimonio de estos escamoteos, quien por traslación en el tiempo hacen obligado rememorar aquella película de Camus, y especialmente la repercusión de su influencia en el profuso colectivo que integran los nuevos Santos Inocentes, a quien además de sustraerles el futuro les intentan ahora arrebatar la dignidad.
Pues a partir del golpe de estado global causante de la eclosión de la crisis de diseño del 2008, se intenta por todos los medios forzar la capitulación los derechos civiles y laborales de pertenencia en asunción a las presión impuesta por el nuevo orden mundial, contando con la mano interventora del actual Ejecutivo del Partido Popular, organización política que a juzgar por los hechos, viene dispuesta a extender el estado de pánico y con ello reducir la resistencia a mínimos para rebajar la conflictividad social, y lograr con ello, que la única reivindicación admisible se reduzca a sobrevivir en mimética correspondencia al comportamiento de aquellos sumisos jornaleros que con toda crudeza creara en tinta y papel el maestro Delibes.
Pero los instigadores políticos de la situación, antes de cantar triunfo debieran saber que no son buenos tiempos para el conformismo, y por tanto, que el futuro de las personas ni es negociable ni admite renuncia de tipo alguno, y que toda medida impuesta contraviniendo los derechos establecidos en el ordenamiento constitucional contará con la réplica acorde, pues como en el desenlace de la novela de referencia, cuando el poder pisotea los derechos fundamentales y el abuso se hace intolerable, hasta los Santos Inocentes reaccionan en clave de escarmiento.