Los dos raseros del mercado laboral
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
En un arrebato de excentricidad y sin inmutarse lo más mínimo, días atrás, la Consejera de Trabajo y Bienestar del gobierno gallego Beatriz Mato, no reparó en afirmar en sede parlamentaria que ”ninguna estadística rigurosa vincula empleo con emigración»; pero con tal declaración, veladamente, la protagonista de tamaño disparate traía a colación una insolencia medida, pues lo que verdaderamente intentaba con su intervención, no era otra que darle esquinazo a la evidencia, pretendiendo con ello, además de tomarnos por imbéciles, camuflar tras sus palabras el dato cierto que viene a corroborar que la emigración de la población activa está evitando que el paro en nuestro país haya superado a estas alturas los 6 millones de afectados.
Pues si no fuera por la salida forzada de los 395.000 ciudadanos que sin solución de presente ni expectativas de futuro, desde el año 2011 se vieron abocados a la emigración, la tasa de paro en la actualidad habría alcanzado el 27, 9%, y eso es así, porque contrariamente a lo que sostiene la incongruente Conselleira de la Junta, la exclusión del mercado de trabajo de esa masa ingente, al constriñir el censo de población activa hizo disminuir el número de parados inscritos como demandantes de empleo y por extensión el índice de paro, sin que tal circunstancia «stricto sensu», trajese implícito la creación efectiva de empleo, pues obviamente por puro rigor estadístico es fácil deducir que a menos demandantes de empleo, menos parados.
Realidad que hace ostensible el desastre laboral que está viviendo el país, y lo que es mas grave, que delata el proceder inédito de un Gobierno que a la par que la crisis sigue destruyendo puestos de trabajo, intenta hacernos partícipes de su ensueño de descender el paro sin necesidad de crear empleo, cuando es harto sabido que con el desbarajuste del actual modelo productivo y sin el acompañamiento de políticas de crecimiento, esa meta, se antoja cuanto menos un desafío inverosímil, fundamento probado, aunque por incoherencia sea ese el argumento utilizado por el Ejecutivo para vender por éxito, lo que a todas luces es un estrepitoso fracaso en materia de política laboral.
Pero con todo, lo expuesto solo aqueja a la clase de tropa sujeta a disciplina e instrucción, toda vez que en este país el comportamiento del mercado laboral no mantiene uniformidad extensiva que afecte por un igual al conjunto de la ciudadanía demandante de empleo, pues cada una de las dos Españas, mantienen su excepción, salvedad que en este asunto favorece en concreto al personal de libre designación o confianza política enchufados en la administración pública; siendo la diferencia característica entre ambos sectores, que mientras los agregados al primero están sujetos a los avatares y comportamiento del mercado laboral, a este gremio de patrocinados, les es suficiente con disponer de afiliación política para ser nombrados con carácter discrecional sin cumplir mas requisitos ni tener que probar experiencia alguna, y que para mayor desvarío su disparatado coste en sueldos supera con creces el derroche anual de 1650 millones de euros.
Estas prácticas por si mismas no solo representan un acto de prevalencia del sector político a favor de ese enjambre de parientes y militantes que conforman el entramado de partidos políticos, sino que incluso, con ese nepotismo endogámico se está consumando un agravio comparativo en ventaja de ese colectivo de 30000 agraciados, cuya contratación a dedo además de un indiciario delito de prevaricación, está acotando el acceso y la libre concurrencia de cualquier otro demandante de empleo a esa administración paralela; hechos que producen un agujero negro en el funcionamiento del sistema democrático, cuyas consecuencias por opacidad y parcialidad hacen que confluyan esos turbios manejos de contratación con el extendido fenómeno de la corrupción.
Posiblemente ahí radique la inducción al error de la señora Consejera, que habituada por afinidad a la modalidad de empleo político, en un lapso reflexivo, se refiriera a esa protección genuina al punto de afirmar que «ninguna estadística rigurosa vincula empleo con emigración», pues de ser así estaría en el cierto, por ser un hecho veraz que en este país nunca tienen que emigrar los apadrinados políticos.