LAVADO DE CEREBRO, 2ª PARTE. EL TRUCO DEL ALMENDRUCO
Publicado por Gerardo Hdez Zorroza, Posteado enOpinión
Antes de seguir, quisiera hacer una distinción entre placer y felcidad. Placer es una cuestión superficial, que obedece a la mera gratificación fisiológíca o emocional (experimentar aquello que coincide con nuestra programación mental, que decíamos). Felicidad, sin embargo, es una cuestión distinta, difícil de explicar (¿como poder explicar la luz a un ciego?) y proviene de un estado de comprensión de las causas de nuestra infelicidad. De cuales son las causas de nuestro dolor y preocupaciones, de nuestro miedo. Lo que nos hace sufrir es la experimentación de una realidad de la vida que no obedece, o concuerda siempre, con nuestra programación.
Ser capaces de entender esto, de comprender que somos libres y podemos abandonar nuestros condicionamientos aprendidos, nuestros apegos a las cosas, a las personas, de seguir esclavos de nuestros deseos superficiales es el principio de la felicidad.
Entender también que podemos ser felices con lo que tenemos en cada momento, sin tener que estar continuamente echando de menos lo que nos falta.
Ser capaces de rescatar nuestro ser de esta programación, de este lavado de cerebro general, político, religioso, familiar y social en general es el truco del almendruco. Y comprobar cómo podemos ser felices no a través de la consecución de metas futuras, sino viviendo el aquí y ahora. Cambiar así el sentido de nuestra reflexión y, en vez de dirigirla permanentemente hacia fuera (que también), trasladarla con mucha más frecuencia hacia dentro. Para no cumplir no vernos ya más obligados a cumplir con ninguna programación externa, sino obedecer solo a nuestros anhelos más profundos. Los de eso que llamamos «el corazón».
Y así recuperar la senda, para no perdernos más y crecer como personas. Como auténticos seres humanos.
Hubo una vez hace mucho tiempo un parlanchin que consiguió convencer a muchas gentes su versión sobre las cosas concernientes a la verdad en los diversos sentidos a través de la historia, fue en aquel instante cuando nació la política, y desde entonces no nos aclaramos ni con lejía.