La mezquindad que nos envuelve.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Aceptar las contrariedades: un día, otro y otro …
Vivir con docilidad las humillaciones causadas por nuestras propias mezquindades o por las de los demás.
Aceptar esas contradicciones y ofrecerlas a Dios.
Ser conscientes de nuestra poquedad, de nuestra miseria.
Conocer nuestras limitaciones, intentar mejorarlas y/o acostumbrarnos valientemente a vivir con ellas.
Vivir siendo conscientes de que, cada día, tenemos que aceptar la realidad de la larga noche oscura, que en tantas ocasiones y reiteradamente nos aturde.
Descubrir y sobrellevar el hecho de que nuestros proyectos, buenos y nobles en muchos casos, se tuercen pudiendo dejar en nosotros el desánimo y el desaliento.
Aceptar con paciencia el despotismo infundado de los demás:
- El mal humor, la ira, las voces, los contratiempos, el mal genio, las malas formas, los gestos agrios, las palabras malsonantes.
Vivir, cuando no se pueda evitar, con:
Decir sí, aceptándolo como voluntad de Dios:
- El dolor físico y moral, y las desavenencias que nos producen los que amamos.
Dar nuestro brazo a torcer cuando sea necesario y conveniente; y aceptar, ante Dios, esa contrariedad.
Aceptar las incomprensiones, las injusticias personales, las faltas de respeto hacia nosotros o hacia lo nuestro.
Que ante: Las guerras, el terrorismo, la violencia y en general la crueldad de la vida:
- En las que mueren injustamente miles y miles de personas.
- En las que sufren igualmente miles de personas.
- En las que muchos millones pasan hambre.
- Y en las que multitudes carecen: de libertad, de dignidad, de hogar, de educación y de salud.
Dios nos haga entender, y nos ayude a pedir perdón, y a evitarlas o a colaborar para disminuir la maldad y el dolor.
Que ante la gravedad del pecado y la maldad del ser humano:
- Dios nos ayude a entender.
- Y nos ayude a perdonar, pero también a actuar cuando y como sea conveniente.
Que Dios nos ayude a vencer:
- Nuestra apatía, nuestro pecado, nuestra indiferencia y nuestra pereza ante el mal.
- Y también nuestro conformismo y nuestra justificación
Ante todo este vendaval de inmundicia: