La mediocridad nos aleja de Cristo y de los demás.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
- Lo mediocre es poco importante, poco interesante o de calidad media.
- El mediocre es de poca inteligencia o de poco mérito.
- El mediocre es además: mezquino, vulgar, corriente, amigo de la pequeñez y enemigo de la generosidad.
Cada uno sepa ubicarse si es o no es mediocre o en qué grado estamos y si podemos superar esta mezquina forma de ser:
- “Mezquina por no saber o no querer aprovechar los talentos que nos han sido dados”.
Un psiquiatra, sobre las características de la forma de ser del mediocre me dijo:
- “El mediocre es una persona que vive según las conveniencias, no acepta las opiniones de los demás y busca apoyo para desacreditarlas, no es un animoso para nuevas tareas, por lo cual se le diagnostica como poco inteligente, carente de personalidad y sufre de envidia”.
- “Al mediocre le fastidia la perfección, por tanto los que tienen estas características no han sido considerados como genios ni como héroes; no hay ningún santo entre ellos. Lo más triste es su incapacidad para amar, razón suficiente para no concordar con el vivir cristiano”.
Jesucristo quiere la entrega y el amor, tanto a Dios como al prójimo y esto es lo más sorprendente, ya que pone al mismo nivel dos mandamientos, pues dice:
- “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”.
Cuando Jesucristo, dice que es el mandamiento más grande, no le da cabida a la mediocridad. La mediocridad sería no darle importancia a este mandamiento una predisposición muy acariciada según las circunstancias y las conveniencias.
Con todo, y por ello, a través de la historia, el hombre ha fracasado en este mandato, y sigue fallando.
Jesucristo nos pide que si somos sus seguidores, esto es cristianos, debemos ser:
- “Absolutamente contrarios a cualquier sentimiento acentuado de: hostilidad, antipatía, rechazo y odio a Dios y a los hombres”.
Sería un cumplimiento mediocre de nuestra parte:
- “Si pensáramos solo en amar a Dios y no a los hombres”.
Y lo triste es que esto es algo con lo que convivimos a diario, está a la vista de cualquiera:
- “En la familia, en la amistad, con los vecinos, con los que piensan diferente, entre los políticos, entre las naciones y pueblos”.
Esto es los que nos enseña Jesús:
- “El hombre es imagen de Dios, y si tú amas a tu prójimo, amas a Dios; y si amas a Dios, lo amas también en el prójimo”.
Hay otras prohibiciones que no se pueden aceptar; y que por el contrario sí aceptan los mediocres:
- “La idolatría, la adivinación por medios indebidos”.
- “El Tarot por ejemplo es una práctica indebida que ofende a Dios”.
Prohibido esta también:
- “La superstición, la brujería, tributar un culto indebido a personas o cosa no divina, el sacrilegio, la simonía como intento de comprar algo espiritual”.
La peor de todas las mediocridades:
- “No dar importancia al Día del Señor y a las fiestas”.
- “El decálogo, nos manda: Santificar las Fiestas”.
Para el cristiano, la resurrección de Cristo es una fiesta y la celebramos con alegría el domingo y fiestas de guardar.
No alegrarse con esta fiesta es caer en la pequeñez del mediocre, que justifica la insignificancia de este día.
Respecto al matrimonio y la mediocridad, el ejemplo de confianza en los esposos, motiva la obediencia de los hijos, en cambio con sus discusiones dan un ejemplo de discordia e inclinan a la desobediencia a los padres:
- “Recordemos que en la mente de los hijos, la familia es una unidad y los padres son una sola cosa, ellos no pueden elegir entre uno y el otro, y al observar actitudes opuestas sobre un problema los desorientan”.
- “Para que los hijos entiendan que se debe honrar y enaltecer sus raíces, hay que hacer primero con ellos gestos de grandeza, hay que entender que la familia es una comunidad privilegiada, llamada a realizar un propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos, no entenderlo es ir a la imperfección del concepto familia”.
En efecto, en los deberes de los padres, la fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual, es decir no entregar a los hijos una formación mediocre:
- “Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas”.
- “Y han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre del Cielo”.
La defensa del carácter sagrado de la vida humana en toda circunstancia, no admite mediocridad ni en los hechos ni en los pensamientos, como tampoco el apoyo en las manipulaciones genéticas:
- “La aceptación del aborto, es complicidad con el homicidio, donde se mata a un ser totalmente inocente e indefenso”.
La vida no es nuestra sino de Dios, somos solo administradores de ella:
- “El querer, pensar y apoyar el suicidio, es una actitud injusta ante el creador de la persona que no sabe aprovechar sus talentos, complicando su propia existencia y negándose a buscar una solución con su Dios”.
El hombre puede vivir en aguas puras, sin embargo su mediocridad le ha hecho amigo de vivir en aguas pantanosas.
- La mediocridad del Cristiano está derramando el “Agua Viva” que le ofrece Cristo para su salvación y a cambio hace su vida en un pantano de aguas estancadas y sin vitalidad y por tanto se incapacita para ver: “Las cosas de arriba donde esta Cristo”.
La mediocridad es tan grande, a veces, que ni siquiera ya es capaz de evitar las conversaciones sobre el tema del sexo en el plano de la morbosidad:
- “La sexualidad, para Dios es santa y la alimenta de aguas puras como el amor, y el hombre la está alimentando con aguas contaminadas de sus cloacas”.
El hombre, en ocasiones:
- “No tiene tiempo para rezar, pero si le sobra para hablar de genitales”.
- “No tiene tiempo para pensar en Dios, pero le sobra para la imaginación concupiscente y para los malos pensamientos”.
La sexualidad provocativa es el tema principal de los medios de comunicación, y el hombre se afana por vivirla.
La mediocridad, permite también:
- “Al trabajador no cumplir con su trabajo y exigir la paga completa”.
- “Que el patrón no pague un salario justo”.
- “Al comerciante que altere la balanza, la calidad o el precio”.
La vulgaridad permite:
- “Comprar cosas ilegales”.
- “Y hacer la vista gorda con lo ilícito”.
La imperfección de la mente y del corazón, es la que acepta el soborno:
- No se puede andar junto a Jesús y ser ladrón.
Así, por un camino equivocado, iluminado por la mediocridad:
- “El hombre busca hoy la felicidad y no puede hallarla, piensan solo en su propio placer, es incapaz de autogobernarse según la razón y la fe y se transforma en lo que no es, con una vida tan desorientada y confundida, que solo le produce infelicidad.
Nos podíamos extender más, pero es suficiente para la reflexión y para la puesta en marcha, en nosotros, de un proyecto de amor junto a Dios y junto a los demás. Gracias Pedro por este proyecto tuyo tan ilusionante.
Fuente: Pedro S. A. Donoso Brant