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agosto 2021

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LA JUSTICIA CHILENA ME ABOFETEÓ

Publicado por , Posteado enOpinión

¿Cómo te sentirías si fueras a una reunión para conseguir un mejor trabajo y ser abusada por una “autoridad” durante la entrevista? Eso me ocurrió, a mis 19 años, cuando fui a la oficina de un conocido rostro político -que durante la Pandemia se ha paseado por todos los programas de televisión-, entré con mucho optimismo, esperanza, sueños, humildad, respeto, con ganas de crecer, y salí destruida y bloqueada hasta las venas. Con un asco insoportable, quise gritar, pero no me salía ni la respiración, con ganas de arrancar, pero sin saber a dónde.
El daño no se detuvo, jamás. Daño a mi autoestima, a mi seguridad integral, daño en mis relaciones íntimas, fobia a las entrevistas laborales, daño en lo profesional, miedo a las juntas sociales, perdí amistades por comportamientos erráticos, problemas con el alcohol, y otros hábitos muy nocivos que casi terminan con mi vida, pero que afortunadamente quedaron en el pasado, era una vía de escape. Me afectó mucho en mi época universitaria, en mis primeros trabajos. Fui generadora de conflictos y se desarrolló en mí un carácter duro, defensivo, muchas veces agresivo e intolerante. Afectó en mi matrimonio que terminó en divorcio.
Lo crean o no, ésta es mi verdad, cumplo conmigo, con mi conciencia, expresar mi desconformidad con la Resolución dictada por un juez del Primer Juzgado Civil de San Miguel: “Han transcurrido más de 27 años, encontrándose a la fecha extinguida la responsabilidad penal del denunciado por los hechos referidos, no se da curso al juicio”. Con esto la justicia chilena nos enseña que cualquier persona puede cometer abuso sexual, “que se fondee por unos años”, total después de un tiempo será libre de toda culpabilidad y puede ejercer donde se le plazca.
¿Quién apoya a las víctimas, cuántas resoluciones han sido denegadas, y por qué tanto llamado público a denunciar los abusos sexuales si ni siquiera se tiene la intención de iniciar una investigación, o están tan sobrecargados que no dan abasto?
Es la única forma de desahogo que me queda, usar mi herramienta más preciada que Dios me dio, y que es lo que más sé hacer: Escribir.
Ustedes saquen sus propias conclusiones. No existen los abusadores sexuales que reconozcan su culpabilidad, todos lo niegan. No gano ni pierdo con esto, no es fácil, pero corresponde a un contexto de sanación espiritual. Intentar reparar el daño causado por una autoridad, que la Justicia Chilena es incapaz de asumir porque lo consideró prescrito, ¿Y mi daño cuándo prescribe?, ¿quién resuelve sobre eso?, ¿quién asume mi completa recuperación?…
Por eso estamos como estamos. Se debe extinguir la maleza política depredadora existente en Chile.

La Justicia chilena me dio una bofetada, después de muchos años que me tomó denunciar. Impotencia enorme que esta denuncia se haya estancado de manera antojadiza. El abusador es un hombre muy poderoso, pertenece a un partido político muy contundente, es temperamental y agresivo. Muchos le temen… pero yo no. Tuvo la patudez de negar los hechos ante un periodista y ejecutivo de televisión… increíblemente, y por arte de magia se detuvo el proceso de reporteo… Había olvidado que estamos en un nuevo Chile, cuyo cielo ya no es azulado…

Las psicoterapias, visitas al psiquiatra, hipnosis, sesiones de terapias alternativas no han sido suficientes porque lo que mi corazón busca es limpiar, sacar, botar, eliminar, expulsar esta inmundicia interna, y pensé que denunciar ante la Justicia era lo mejor. Sin embargo, se cerró la causa y quedé peor… no busco dinero, ni hacerme conocida por algo como esto, mis cercanos lo saben…, no pertenezco a entidades políticas y/o gubernamentales, no soy partidaria de agrupaciones subversivas, ni activistas porque no tengo tiempo, tampoco he sido influenciada por terceros, simplemente busco quitar este peso interno que con nada se me quita, y que se me pida perdón, que la justicia investigue, porque hasta donde sé hay otra víctima que no aún no ha denunciado. Busco descanso en vida para mi alma, con verdad y reparación. Los abusadores sexuales no pueden andar sueltos por ahí, ni menos ostentar cargos públicos. Si tengo tejado de vidrio mejor me quedo con bajo perfil, pero no tener el descaro de figurar y hacer show televisivo, ni menos predicar con algo tan sagrado como el Santo Evangelio.

No me siento víctima porque afortunadamente tengo todo para ser feliz, hace mucho me hice cargo de lo que me tocó vivir, he superado momentos peores, pero pienso cerrar este círculo, y quizás cuántas personas denuncian y su pena en el alma sigue congelada al ver que la Justicia chilena defiende a los delincuentes.

Mis redes de amistades, colegas, familiares y otras personas que me conocen en profundidad motivaron a denunciar, pero ha sido una tremenda decepción. Quisiera visualizar el abuso sexual como un daño muy grave, que se oculta por culpa, vergüenza, por el qué dirán. Siento enorme impotencia viendo al abusador todos los días fingiendo ser alguien que no es. Producto de sus permanentes apariciones en todos los medios de comunicación es que tuve un colapso nervioso, estuve con una crisis muy severa que terminó en una urgencia psiquiátrica, volvió mi Depresión con Síntomas Suicidas diagnosticada en el año 2009. Desde el inicio de la Pandemia Covid-19 el abusador sexual desgasta horas considerables apareciendo en los canales de la televisión abierta, así como en radios, prensa escrita, etc., y ver su cara de sinvergüenza me hirió, me dolió, me puso nerviosa, me afectó y me infectó la herida, porque mi trabajo como Asesora Periodística Corporativa me obliga a saber, ver y leer todos los medios de comunicación, estar informada 24-7.

Hace años recibí el consejo de Jorge Cardona Llorens, catedrático de Derecho Internacional Público, miembro del Comité de los “Derechos del Niño de las Naciones Unidas”, miembro Asociado del “Institut de Droit International”, Facultad de Derecho Internacional «Adolfo Miaja de la Muela», de Valencia. Comentó sobre el informe que estaba desarrollando sobre los Organismos Colaboradores del Sename en Chile (OCAS). Cuando su investigación finalizó, me instó a seguir indagando al respecto, recuerdo que me dijo: “Soy consciente de la terrible situación que viven muchos niños y niñas en esos Centros, y me conmueve profundamente. Le animo a seguirlo, y le doy todos los ánimos que quepan. Es necesario que personas como usted saquen a la luz estas situaciones para conseguir cambiar la realidad de tantos niños y niñas que no han sido vulnerados en sus derechos, sino que lo siguen siendo por parte de quién debería protegerlos y repararlos. Durante mi investigación encontré personas motivadas y con ganas de cambiar las cosas, por ejemplo en la Fiscalía, el Poder Judicial y en el Sename. Mi consejo es que acuda a ellos… Si conoce de vulneraciones denúncielas en la justicia. Gracias por estar ahí”.

Le hice caso al eminente Jorge Cardona Llorens, pero empecé por casa, entre otras cosas, denuncié mi experiencia vivida en el Sename y que durante mi adolescencia fui abusada sexualmente por un ex alcalde, candidato a Diputado, y hoy Senador de la República. Por ahora no puedo decir su nombre porque la justicia penaliza la denominada “funa”, pero éste no es el caso, ya que “funar” por las redes sociales no es lo mío, tampoco es una denuncia. Yo me fui derechito a la Fiscalía, y de manera seria, detallada y verdadera di mi testimonio. Si quisiera calumniar, difamar, injuriar o exponer al abusador sexual al escarnio público por las redes sociales lo habría hecho hace mucho tiempo porque como Periodista cuento con importantes redes de apoyo. Como estamos viviendo el mundo al revés, si “funara” a mi abusador sexual podría ir presa y el abusador pasaría de victimario a víctima. Aclarar que fui yo la agredida sexualmente, sufriendo daños irreparables, lesiones mentales, sufrimiento emocional y heridas afectivas. Eso, sin contar pérdida la concentración, inestabilidad laboral y deterioro substancial de mis derechos fundamentales (ONU, 1985).

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