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noviembre 2020

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La inmunidad del rebaño

Publicado por , Posteado enOpinión

Venimos observando, en los últimos días, que la expresión inmunidad del rebaño se anda repitiendo con relativa frecuencia para referirse a todos los que, por haberse contagiado del covid 19, están, al menos por este año, inmunizados ante la enfermedad. Sin embargo, la palabra rebaño tiene otro significado reconocido por el diccionario de la Real Academia Española en su tercera acepción que alude al “conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, etc”.

Mientras que los colegios, institutos, academias de idiomas diversos, clases de baile, danza y otras artes plásticas y escénicas, e incluso las catequesis, siguen su curso de modo presencial, las aulas de la Universidad permanecen cerradas.

Argumenta usted, señor presidente de nuestra autonomía, que actuó teniendo en cuenta motivos económicos porque, a su parecer, es más importante salvar el bolsillo que salvar vidas humanas y que, por ello, no contempló demasiado aquellos contextos donde se hace más o menos frecuente la propagación de la pandemia. Así, si el sueldo de un profesor de universidad no se ve perjudicado por impartir docencia no presencial, al igual que el del médico por acudir a consultas telemáticas, el problema está más que solucionado y de este modo nos olvidamos, a su vez, de las cafeterías de las facultades y de los centros médicos, del transporte urbano e interurbano, de las copisterías, de las estaciones de servicio donde repostar y de toda esa actividad económica que mueven el mundo estudiantil y los centros sanitarios. Pero pregunte usted al alumnado y, sobre todo, al paciente telecomunicado si le da igual o le da lo mismo.

A aquellos que trabajamos por vocación y no únicamente por el ansia de una retribución mensual, se nos rompen las entrañas ante la impotencia de no formar en condiciones hombres y mujeres preparados para un futuro laboral digno, expertos de verdad –no como su comité de asesores anónimos- en las más diversas materias. No sé qué tipo de aula universitaria habrá pisado usted –si es que alguna vez lo ha hecho- y su séquito de consejeros, o les expeditaron los títulos desde la docencia telepática –que no telemática- de los bares de la esquina. Esos, que a día de hoy siguen abiertos cerca de los campus y de las facultades deshabitadas. Esos, que deben cerrar a las seis de la tarde, no sea que la nocturnidad del virus le coja a usted desprevenido y peligren sus cábalas futuristas. El rebaño no es inmune a ellas.



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