La desesperanza una tristeza que descorazona.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
También podría tratarse de la humildad pervertida. Pero ahora quisiera partir de dos frases para dar comienzo a este trabajo sobre la desesperanza. La primera frase dice así: “La tristeza es aliada del enemigo” autor San Josemaría Escrivá. La segunda frase: “La tristeza es la escoria del egoísmo” autor Beato Álvaro del Portillo. En ambos casos la palabra clave es la tristeza; y la tristeza en muchas ocasiones puede ser causada por la desesperanza que a su vez puede estar relacionada con la desgana, con el decaimiento, con la flojera del espíritu y para ir clarificando alguna idea podemos empezar diciendo que la desesperanza supone siempre un fuerte desgarro, una situación peligrosa para la vida del hombre.
Y para situarnos, cuestión que voy a llevar a cabo con la ayuda de Alfonso Aguiló Pastrana, hemos de explicar dos conceptos relativos e importantes: La grandeza de ánimo y la humildad.
La grandeza de ánimo:
- Hace a las personas decidirse por la posibilidad mejor entre las posibles, e impulsa resueltamente a todas las demás virtudes.
La humildad:
- Coloca a la esperanza ante sus propias posibilidades, previniendo de la realización falsa y ayudando a la realización auténtica.
Y se ha de señalar que la pérdida de la esperanza suele tener su raíz en la falta de grandeza de ánimo y en la falta de humildad.
No me refiero a la desesperanza como estado de ánimo en que se cae: depresión, sino como un acto voluntario por el que el hombre desdeña algo a lo que podría aspirar.
Porque quien tiene esperanza, puede adherirse o no a la esperanza.
Lo mismo que quien tiene dudas, puede adherirse o no a las opciones que de modo natural se les presenta.
Y eso es lo que hace que las personas podamos construir nuestro futuro acorde con lo que creemos que debemos ser, y no nos limitemos a abandonarnos cómodamente al azar sin aportar nada de nuestra parte.
La desesperanza nos paraliza y supone siempre un desgarro interior, pues va dirigida contra los anhelos propios de nuestra naturaleza.
Y es además un error peligroso para la vida moral del hombre, ya que todas sus realizaciones están ligadas a la esperanza, y, cuando falta, nos dejamos caer en muchos otros peligrosos extravíos.
La raíz de la desesperanza suele estar en la pereza y digo suele estar y no simplemente está.
A la desesperanza no se llega de modo repentino, sino por un paulatina dejadez, que a su vez conduce a una tristeza que nos paraliza, que nos descorazona, que nos hunde y que cíclicamente refuerza de nuevo la dejadez, en un círculo vicioso bien trabado y en ocasiones pernicioso.
Quizá por eso se ha dicho tantas veces que la pereza es la madre de todos los vicios.
Y quizá también por eso, para superar esa pereza no basta con la laboriosidad y la diligencia, sino que también hay que fomentar la grandeza de ánimo y el optimismo y con ello enlazamos con el comienzo.
Rendirse a la pereza y a la desesperanza es siempre una renuncia malhumorada y triste, que engendra primero indiferencia, y después: decaimiento, tristeza y un querer evadirnos de la realidad.
Pero la pereza y la desesperanza no pierden su terrible fuerza por mirar para otro lado. Se vencen únicamente con la vigilancia constante de una mirada penetrante y atenta:
- El hombre perezoso prefiere sustraerse de la obligación de la grandeza.
- Es como una humildad pervertida, que no quiere aceptar su verdadera condición y sus talentos, porque implican una exigencia.
- Es como un enfermo que no quisiera curarse para que no le exijan lo que se exige a una persona sana.
Por eso la sabiduría griega daba tanta importancia a cultivar desde muy jóvenes la esperanza.
Y para terminar nos podría venir bien el siguiente relato de esa sabiduría griega por ser bastante ilustrativo y fuente de reflexión:
Pandora era una princesa de la antigua Grecia y según cuenta la leyenda de la mitología griega, los dioses celosos de su belleza le regalaron una misteriosa caja, advirtiéndole que jamás la abriera.
Pero un día, la fuerza de la curiosidad y la tentación pudieron más que ella, y abrió la tapa para ver su contenido y al abrirla:
- Con ello liberó en el mundo todas las grandes aflicciones y sufrimientos que existen.
- Al darse cuenta la cerró rápidamente pudiendo evitar que se liberara también la esperanza, que es el único bien que puede hacer soportables las infinitas penalidades de la vida.
No parece que faltara razón a “aquellos legendarios” de la antigua Grecia cuando valoraban en tanto la esperanza.
Porque la esperanza no es una simple ilusión de que todo puede ir bien.
Se trata más bien de tener una fuerte y sólida fe en que uno puede, con ayuda si es necesario, superar todas las dificultades.
Y en todo esto las creencias pueden prestarnos una gran ayuda, son:
- Un soporte, un motor, una nueva esperanza, un refugio para esconder las desdichas, un tesoro para aliviar las debilidades del alma.