La delicada destreza del fino trato.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
La delicadeza en el trato es una de las cosas más agradables de la convivencia en una familia o en el trabajo o en un grupo de amigos:
- Se trata de apreciar a los demás, sin miedo a querer.
- Se trata de un esfuerzo, porque de modo espontáneo no suele brotar ese trato delicado, que es fruto de la propia exigencia.
Contra el trato fino va la brusquedad, ese modo áspero y desapacible de comportarse que nada tiene que ver con la fortaleza en el trato.
La delicadeza ha de ser:
- Extremada, pero sin empalagos ni exageraciones, sin blandura excesiva.
La delicadeza es:
- Equilibrio, es atención, es mesura y templanza.
La delicadeza no siempre es actuar; a veces es pasiva, por ejemplo, cuando uno procura no darse por enterado ante una situación embarazosa.
La delicadeza se refleja en detalles:
- En saber escuchar con atención.
- En saber dar las gracias.
- En el modo de tratar las cosas, los muebles, las puertas.
- En caminar sin estrépito.
- En no elevar destempladamente la voz.
- En la corrección en el aseo.
- En la pulcritud.
- En la sonrisa.
No tenemos la culpa de la cara que tenemos sino de la que ponemos.
Todos estos detalles mencionados:
- “Llevan frutos de unidad, de paz y de alegría”.
Tenemos que mejorar la amabilidad a nuestro alrededor.
Y para ello es prioritario dar importancia a las virtudes relacionadas con la convivencia:
- Gratitud.
- Afabilidad.
- Cortesía.
- Buen humor.
Todas ellas son manifestaciones de la caridad.
Y la raíz fundamental y el fin de todas las virtudes es la caridad.
Todos sabemos hasta qué punto se hace difícil, y aun borrascosa, la convivencia cuando faltan estas virtudes.
Y la práctica de estas virtudes se resume en una palabra:
- Delicadeza.
Curiosamente muchas personas sin educación humana son de una extrema delicadeza en el trato y ello es fruto:
- De una intensa vida interior.
- De una intensa vida de trato con Dios.
- Hace el alma más sensible.
- Y afina los modos de comportarse.
Y la fe:
- Hace ver a un hijo de Dios en los demás, y entonces el trato lleva una especie de veneración.
Hay que afinar en saber escuchar:
- En la mesa, en el trabajo y en la convivencia diaria.
Por no sabe escuchar, nos perdemos informaciones interesantes, principalmente en lo referente a la vida:
- Familiar, social, laboral, política o cultural.
La ausencia de calidad en el ser y en el amor lo revelan:
Respecto a la afectividad:
- Cada persona tiene una afectividad distinta, que hay que respetar y potenciar.
- A la vez, nadie tiene una afectividad madura si carece de virtudes humanas.
- Cada día hemos de tener más respeto a la personalidad de cada uno.
San Pablo relaciona la caridad con todo un conjunto de virtudes humanas:
- “La caridad es paciente, es servicial… no se irrita, no piensa mal… todo lo sufre, todo lo soporta…” (1 Cor 13).
- ¿Qué sería de la caridad sin la paciencia, la generosidad, la mansedumbre, la magnanimidad, la veracidad…?
- Todo esto forja el carácter y da felicidad.
La delicadeza está también en la lucha:
- Por superar los estados de ánimo.
- Por evitar en lo posible subidas y bajadas bruscas.
- Por evitar los enfados.
Hay que aprender a pasar por alto los roces normales de la convivencia:
- En la comida.
- En la bebida.
- En la diversión.
Estos detalles son como joyas que brillan y agradan a Dios.
La actitud exterior es imagen de la disposición del alma.
Y nuestros gestos manifiestan la belleza de nuestra alma.
Estos, tus datos: Rebeca, me han ayudado a descubrir nuevos aspectos importantes de esta apasionante realidad.
La delicadeza, en el ser y en el saber estar, es una joya valiosa que enriquece nuestras vidas y les da una primordial finura.
- “Un tesoro valioso, una bella flor, una piedra preciosa, un manjar exquisito”.
Doy las gracias a las personas que escriben y hablan de estas cuestiones importantísimas para hacer la vida más agradable a los demás y doy las gracias a los que las viven.
Pues la finura en el trato:
- “Crea un ambiente cordial en el que se percibe el amor”.
Fuente: Rebeca Reynaud en cathólic.net