Hogares luminosos.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
A veces los dos miembros del matrimonio, o uno de ellos, o los propios hijos pueden ser un obstáculo grave para que ellos y sus hijos puedan vivir:
- Respirando el aire puro de la concordia.
- La tan necesaria puesta en común.
- La convivencia pacífica que genera los climas de disfrute personal.
- La amigable cordialidad familiar y social.
- La amabilidad entre ellos y en su entorno.
- La exquisita y placentera sencillez de lo cotidiano.
- La honradez.
- El cariño, la delicadeza y la ternura.
- La confianza mutua.
- La paz del espíritu.
- El espíritu familiar solidario.
- La oración en común.
- La distribución equitativa de tareas del hogar.
- Las virtudes y valores que nos hacen íntegros e intachable.
- La sinceridad y el diálogo constructivo que nos facilita la comprensión, el entendimiento y la misma vida.
- Los pequeños detalles hogareños que son como el culmen de la felicidad.
- En un hogar encantador: remanso de sosiego y armonía
A veces en el ambiente familiar se fomenta y no se evita:
- La agresividad tan lamentable y venenosa.
- La violencia fuente de tantos males físicos y morales.
- Las groserías muestras indecentes de una convivencia contaminada.
- La insensibilidad que rompe y destruye.
- El clima mezquino y destructor.
- Las voces que crean molestias y un ambiente ciertamente desapacible.
- La mentira fuente de frialdad y de desconfianza.
- Las malas contestaciones que producen continuas rupturas.
- Las salidas de tono que crean desconcierto y enemistad.
- La vulgaridad dialéctica tan espantosa como nefasta.
- Los viles insultos llenos de crueldad y mal gusto.
- Los malos hábitos sociales tan de moda y a su vez tan perjudiciales.
- Las indecentes discordias y los lamentables desencuentros.
- La delincuencia encubierta y posiblemente peligrosa.
Y en el hogar familiar no se puede por lo tanto:
- Vivir el silencio enriquecedor y reflexivo.
- Vivir la veracidad.
- Vivir la coherencia ética y moral.
- Vivir la generosidad que alienta y estimula.
- Vivir el diálogo enriquecedor.
- Vivir el amor permanente e íntegro.
- Vivir del entendimiento mutuo.
Y por lo tanto no se puede construir: “Un hogar luminoso y alegre” como gustaba decir a San Josemaría Escrivá.
Qué pena que una familia que ha de ser:
- “Un nido de amor, una cadena de sensible sintonía, un lugar de entendimiento, un fresco manantial de delicada comprensión, una piña de perfecta unidad”.
Acabe siendo un desván caótico lleno de:
- “Telarañas, desorden, objetos inservibles, oscuridad y triste y desapacible melancolía”.
Consigamos entre todos erradicar de nuestras vidas esta lacra anti social y anti familiar, y luchemos por la mejora de la estructura familiar para crear los fundamentos tan necesarios de un mundo mejor, en donde la sana convivencia y el amor perduren y se asienten con firmeza. Y esto será posible si vivimos la humildad y la mansedumbre; y nos alejamos de la soberbia, del orgullo y de la tan nefasta hipocresía.