Hacia el golpismo electoral
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Solo con la pérdida de la mayoría absoluta del PP nace la oportunidad de regenerar la democracia y devolverla a la ciudadanía, objetivo de inviable consecución, si la prevalencia de las actuales taifas políticas sigue imponiéndose a la mas que necesaria unidad de actuación.
En una democracia que se precie, uno de los preceptos básicos que debe presidir su funcionamiento, ha de ser, el hecho de participar electoralmente en pie de igualdad conforme a idénticas reglas y en equivalente concurrencia; garantías que para nada se pueden asimilar al ordenamiento electoral vigente en este país, al ser deliberadamente proyectado en el transcurso de la transición para favorecer en exclusiva la consolidación del actual modelo bipartidista y que en razón a tal propósito, su contenido de marcado déficit democrático, fue pensado expresamente para erradicar a las minorías.
Y así, si tal característica es factor dominante en el contexto de todo tipo de comicios en el implícito de la actual Ley Orgánica de Régimen Electoral General, en lo que a ayuntamientos se refiere, cuando van transcurridos treinta y seis años desde las primeras elecciones municipales, dicho marco legal, lejos de haber corregido sus aspectos mas restrictivos, por interesado imperativo se mantuvo invariable a pesar de menoscabar con su aplicación el ejercicio de las libertades políticas.
Hay tenemos como muestra tangible, el escamoteo de la capacidad de decisión de los ciudadanos con el mantenimiento de las listas cerradas y bloqueadas, la continuidad de la antítesis democrática seguida para el reparto de concejales donde la aplicación del sistema D´Hondt se impone a todo intento de representación proporcional, además de la perniciosa permanencia del umbral del 5% de los votos emitidos para poder alcanzar representación, un límite, que no solo desvirtúa el mandato electoral de un amplio sector de votantes, sino que hace que mas de tres millones de ciudadanos, por exclusión, queden fuera de las instituciones municipales. Factores todos ellos, cuya prorrogada permanencia no ayuda para nada a mejorar la confianza de los electores hacia unos representantes políticos que mas que promover corrección de tan injusto sistema electoral, durante más de tres décadas optaron por favorecerse de su arbitraria aplicación.
De ahí que ahora, cuando el gobierno de Rajoy, en un insólito ataque de reformismo decide afrontar a toda prisa una revisión electoral para favorecer según dice la gobernanza municipal, en modo alguno tan acelerada pretensión reformista puede ser considerada un acto de sinceridad, pues lo cierto es que las limitaciones anteriores no solo prevalecen en el marco de su propuesta, sino que incluso, ensanchan el alcance de su carácter restrictivo acentuando aún mas la exclusión de las minorías y haciendo con ello mas notorio que ni los electores son iguales ante la ley, ni mucho menos todo voto tiene idéntico valor.
Todo demócrata está obligado a proceder en consecuencia, y al efecto, superando cantonalismos políticos, conformar un frente amplio electoral
Por eso que tras ese mensaje del PP expresivo de mejorar la transparencia y la calidad de gobierno de nuestros municipios, a la par de atribuir a los votantes un control más directo sobre quién es el alcalde, justo cuando los sondeos le son totalmente desfavorables; lo que verdaderamente está ocultando tras tanta prisa e improvisación, es su malsana intención de cambiar unilateralmente las reglas del juego de unos comicios locales a escasos meses de su celebración, con la expresa finalidad de dificultar la formación de gobiernos de coalición, para así poder regalarse a sí mismo como lista mas votada un buen puñado de alcaldías.
Por tanto, cuando la formación conservadora tira de las malas artes haciendo valer la mayoría alcanzada en unas elecciones generales para conferirse prelación legislativa a largo plazo, con tal maniobra, está manipulando las reglas del juego democrático al utilizar la voluntad de unos electores de ayer para coartar la influencia cambiante de los votantes futuros, para así afianzar su permanencia en el poder.
Maniobra que resulta equívoco catalogar como «pucherazo», pues la gravedad de su alcance va mucho más allá, por cuanto la verdadera razón del cambio tiene por única finalidad neutralizar el mas que seguro castigo en las urnas. Y cuando es el partido en el poder quien al amparo de su mayoría parlamentaria impide el avance de la competencia política optando unilateralmente por cambiar la ley, con tal actitud está promoviendo un acto de «golpismo electoral», que justamente es lo que viene dispuesto a imponer en solitario el Partido Popular, ejerciendo la dualidad de árbitro y jugador al mismo tiempo.
Ante la manifiesta involución para la democracia que representa la mal llamada reforma del sistema electoral local que acuña una derecha reaccionaria y recalcitrante, todo demócrata está obligado a proceder en consecuencia, y al efecto, superando cantonalismos políticos constituirse en frente de oposición como punto de partida para la formación de candidaturas unitarias de confluencia, que por agrupación de sinergias aborten las aspiración de quien a través de subterfugios intenta mantenerse en el poder sin tener la mayoría social y de espaldas a la voluntad popular.
Pues tan solo desde la unidad de acción electoral se logrará frenar toda regresión y blindar la democracia.