Hablar con Dios
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
San Josemaría Escrivá, en Camino 91, nos dice sobre la oración:
<< Me has escrito: «orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?» — ¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias… ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: «¡tratarse!». >>
En este texto de San Josemaría se nos explica de una manera sencilla lo que ha de ser el contenido de nuestra oración y ello nos va a ser muy útil para el comienzo de este artículo.
A continuación voy a exponer algunas ideas más, que nos pueden aclarar, bajo otras ópticas, la importancia y la trascendencia del trato con Dios y con Jesucristo.
Rezar es siempre de una gran importancia para mantener viva nuestra fe. En muchos cristianos se apaga la fe por la absoluta ausencia de oración.
Hemos de hacer el propósito de, cada día, dedicar un rato al trato con el Señor. En ese rato hablamos, de tú a tú, con el Ser que lo es todo para nosotros:
- Él es el Amor,
- Él es la Vida,
- Él es la Esperanza.
- Él es: el cariño, la ternura, la amabilidad, la plenitud.
Él es:
- Nuestro compañero en este, tantas veces, difícil camino de la vida.
- Nuestro guía en momentos de zozobra.
- Nuestra brújula ante la duda.
- Nuestro vestido cuando se nos enfría el alma.
- Nuestro pan cuando el hambre nos corroe.
- Nuestro cirineo cuando nos faltan las fuerzas.
Él lo es todo, y como todo que es, todo lo puede.
- Al comenzar el día: oración.
- Al terminar la jornada: oración.
- Durante el ajetreo diario o en los momentos de dificultad o de cansancio: oración.
La oración es primordial para el que cree, para el que espera y para el que ama.
La oración engrandece siempre la vivacidad de nuestra, tantas veces pobre, existencia.