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julio 2015

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Grecia y la inquina de Rajoy

Publicado por , Posteado enOpinión

Quien como el PP, tiene en su haber la deslealtad de ser parte implícita de la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución española, nula potestad puede ostentar para poner en tela de juicio la celebración del referéndum griego

Lo que ocurra en Grecia es algo que  no nos debe preocupar lo mas mínimo, eso al menos es el parecer  que se deduce si hacemos caso  de las declaraciones del presidente  Rajoy, quien  refiriéndose a la crisis griega,  no dudó en sentenciar que las políticas aplicadas por su  gobierno durante la actual legislatura, impiden que en  España pueda pasar lo que está ocurriendo en el país heleno, y todo, porque  a entender de su petulancia, con diferencia,  el  nuestro es un país serio que tiene un Gobierno serio; toda  una fatídica afirmación que además de  ser incierta, por  aleatoria, equivale a insinuar que el Ejecutivo de  Tsipras, a su entender dista mucho de alcanzar la seriedad debida,

Desafortunada actitud  la  de nuestro máximo mandatario, que además de poner en tela de juicio la legitimidad y la soberanía que le asiste al gobierno de SYRIZA   para convocar el referéndum, con  su intromisión  y tendenciosas opiniones viene a  contravenir la neutralidad que la situación requiere, y con ello pervertir la naturaleza del proceso, cuya verdadera finalidad, no  es otra  que darle la palabra al pueblo  griego  para que sea este quien decida a través de las urnas  sobre el  litigio entablado a tenor  de las exigencias leoninas de las  tecnocráticas instituciones europeas y el FMI, es decir de la Troika, cuyo alcance al colisionar con su propio programa electoral, exige  en consecuencia, que el ejecutivo heleno por resultarle inasumible su cumplimiento  opte por el refrendo popular, y esa determinación   aunque  a Rajoy y a todo el séquito neoliberal  les  aborte su embarazo austericida, democráticamente tal actitud   es un referente de transparencia y en si mismo  un exponente de rigor  y seriedad.

Ese empeño de  Rajoy  en  reivindicar la seriedad  del PP, la de su gobierno  y la suya propia, tratando a los demás de ‘zascandiles y amateurs’, no resulta ninguna novedad por  ser  práctica recurrente de su hacer político,   una actitud que se acentúa  en intensidad  en vísperas electorales  o cuando  ve en peligro la prórroga de su  continuidad, y sirva como validación de lo dicho  la crono historia,  trayendo a  colación  actuaciones  de  su carrera política,   como la sobrevenida  cuando el  petrolero Prestige había empezado a partirse en alta mar, y nuestro protagonista  en un intento de minimizar  el desastre  se inclinó  por   corromper  la realidad, y actuando en  papel de   portavoz del Ejecutivo, decidió como autor intelectual, elevar a celebridad el solemne disparate  de los “hilitos de plastilina en estiramiento vertical”. Todo un bautizo de mitomanía y origen en cubierto de la singular  percepción de su tan postulado síndrome de seriedad.

 Es inaudito que quien utiliza en beneficio propio las sucesiones políticas, arremeta contra Tsipras evitando reconocer en este caso la “herencia recibida” por el nuevo ejecutivo heleno

Desde aquel entonces ha utilizado la mentira recubierta de aparente seriedad, una dualidad  antagónica  que  convertida en practica usual  utilizó ya fuese  en funciones  de gobierno o como  oposición,  y que no reparó lo mas mínimo en emplear en su asalto al poder cuando  durante la campaña del 2011,   como jefe de la oposición, ocultando sus verdaderas intenciones prometió al electorado lo que sabía de antemano  que no iba a cumplir, para una vez  alcanzado su objetivo y después de asegurar  en investidura  que en la política no existía herencia a beneficio de inventario, dejar sin efecto tal afirmación  para seguir repitiendo en cada debate  la retahíla de la   herencia recibida desde su llegada a la Moncloa,   y todo  para tapar su incapacidad como Presidente, y esconder de ese modo su nulidad  en el planteamiento  alternativas distintas a las  políticas  de  recortes y austeridad.

En este caso, lo  incoherente por parte  del presidente Rajoy es su carencia de uniformidad  cuando Grecia pasa a ser  el referente de debate,   pues  si el Ejecutivo del PP  en la recta final de su legislatura sigue escudándose en la transmisión heredada   de sus predecesores  en evasión de responsabilidades, resulta  cuando menos inaudito que quien utiliza en beneficio propio la repercusión de sucesiones políticas,     arremeta contra un recién llegado  Tsipras evitando reconocer en este caso la “herencia recibida” por el nuevo ejecutivo heleno, cuya responsabilidad recae paradójicamente en su colega Samaráns,   líder  de Nueva Democracia, que a la sazón resulta ser homónimo del PP en aquel país, y  que para mayor complejidad, era la organización política  que  gobernaba en los años en que Grecia engañó a Bruselas escondiendo sus cifras reales de déficit público.

El referéndum griego al que el  ex primer ministro del país calificó  como «un golpe de estado», lejos  de tan desequilibrada  apreciación,   ha de ser interpretado en sus justos términos, que no son otros que los  correspondientes a  una contienda  entre los intereses contrapuestos de   la  democracia  y  el neoliberalismo, y cuya oposición, internamente  lo conforma  el bloque de las fuerzas conservadoras del país,   que además de estar absolutamente corrompidas  y asociadas al capital financiero, ejercen como defensoras de las políticas de austeridad. Siendo los detractores externos las  fuerzas afines  del resto del  marco europeo  que como el PP en España, son la representación  de la corriente asociada  a la tesis neoliberal y en consecuencia  posicionadas radicalmente  a favor de mantener en sus términos  la continuidad del actual modelo económico.



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