Gaspar, un apuesto comerciante.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Relatos de familia.
En estos días en Sevilla ha fallecido un iliturgitano centenario. Nació el 6 de enero de 1915. Casi toda su vida la pasó en Andújar, en donde tambien quiso ser enterrado en el panteón familiar junto a su querida esposa Asunción.
Vivió en el lugar que antes se denominaba “Peso de la harina”. Confluencia de la calle Ollerías con la calle del Ayuntamiento. Allí regentaba un comercio en una casa de abolengo que aún pervive por su carácter de edificio de interés urbanístico.
Gaspar Suárez Úbeda era un apuesto caballero de muy buena presencia y con grandes dotes de comerciante. Su establecimiento en fechas de regalos se especializó en juguetes y en figuras y casitas para Belenes. Durante la Navidad, el lugar, era un hervidero de niños que entraban y salían, pues veían aquello con el entusiasmo propio de esa edad en la que se conjugaba la inocencia y la candidez con el afán de poseer aquellos “valiosos” juguetes, entonces un tesoro, que le traerían los Reyes Magos. En aquellos tiempos, habló de hace 40, 50 o 60 años las jugueterías no eran lo que son hoy, ni tampoco por supuesto los juguetes.
Sus sobrinos, nosotros, los hijos de Micaela y Pastora esperábamos también ansiosos aquellas fechas para ver aquel decorado mágico de juguetes de todo tipo, entrábamos en la tienda y disfrutábamos, mientras el tío Gaspar lógicamente se ponía nervioso por nuestras travesuras. Él no daba abasto para atender a los clientes y a los pegajosos sobrinos.
Durante las tradicionales fiestas de la Virgen de la Cabeza el Sr. Gaspar; tan querido por vecinos, familiares y amigos; para la venta llenaba su establecimiento de recuerdos de la fiesta, de imágenes de la Virgen de la Cabeza, de estadales y todo tipo de objetos devotos y festivos que alegraban aquellas celebraciones centenarias. Con elegancia y buen hacer Gaspar Suárez atendía a la clientela que disfrutaba contemplando aquellos objetos que eran vivos recuerdos de Andújar, su Virgen Morenita y su Santuario lleno de historia y grandeza.
Recuerdo a la tita Antonia, su hermana, preparar con devoción y cariño aquellos estadales que llevarían la devoción a la Virgen de la Cabeza por lejanos lugares. En esta labor toda la familia colaboraba. Era un continuo fluir entre: la devoción, el trabajo y el cariño. Todo era importante.
Otro momento significativo para la familia Gutiérrez Amaro era cuando íbamos a ver las Procesiones de Semana Santa o el desfile de las cofradías de la Romería, a aquella casa de fascinantes entresijos y de infinidad de recovecos.
Lo hacíamos en aquellos balcones en los que no nos perdíamos detalle. Unos estaban más bajos otros más elevados, unos a una calle otros a otra, todo se contemplaba desde allí. Era como estar en el cielo y con las mejores vistas.
Los muebles, los enseres, los patios, todo en aquella casa era especial y como niños curiosos y juguetones nos gustaba mirarlo todo, tocarlo todo, hasta sentir allí el fondo de nuestro espíritu aventurero.
Y mientras el tío Gaspar que no se fiaba de nuestras aventuras nos dejaba hacer pero con la debida cautela. Siempre nos trató con cariño, sabiendo que por nuestras venas bulliciosas e inquietas corría la misma sangre que por la de su querida y amada Asunción.
¡Gaspar! Cuantos recuerdos que ya se pierden en el tiempo, pues de tu jubilación hace ya más de 35 años. Él estaba casado con Asunción Amaro, una distinguida y cordial Señora, maestra ella, a la que los alumnos querían, respetaban y admiraban. El matrimonio tuvo cuatro hijos y de ese fruto fecundo vinieron al mundo posteriormente nietos y bisnietos que fueron la alegría de la familia.
Con el enjambre de virtudes de los esposos, en los años 50, Gaspar y Asunción formaron un hogar feliz, un hogar cristiano en donde se vivía con disposición y frescura el amor, en un cada dia no ausente de dificultades.
Gaspar, mi tío Gaspar, ha vivido largos años rodeado siempre del amor de los suyos y del cariño de todos. Gaspar, te hemos querido, y tú con tu vida sencilla has dado respuesta, día a día, a las exigencias de cada momento.
Allí en Sevilla, ciudad festiva, ciudad Mariana, viviste tus últimos años.
Y con la esperanza de quien sabe a dónde va, nos dijiste adiós, o más bien hasta luego, o mejor aún hasta pronto.
Porque fugaz es el tiempo y larga la eternidad; esa eternidad que disfrutaras junto a tu querida, amada y dulce Asunción y junto a Dios fuente inagotable de un amor infinito que siempre nos llena de grandezas.
Rafa,que bien has recogido todas las vivencias de tantos anos.
Hay mucho carino en tu forma de expresar todo lo vivido,todo lo que marco nuestras vidas.Las personas,los hechos y los lugares.
Un abrazo de corazon.
Carmen
Rafa, muy bonito gracias por este recuerdo.
Un abrazo,
Charo
Gracias Rafa por este recuerdo tan bonito a mi padre