Evolución hacia la generosidad.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
María Paola Scarinci de Delbosco en la Revista: “Materna” ha publicado un espléndido trabajo sobre: “La generosidad en el proceso de maduración de un ser humano”, y lo he considerado tan especialmente bien diseñado, gracias María, que en paralelo me ha servido para mi aprendizaje personal y para realizar este otro diseño con el que quiero aportar algo nuevo a la labor educativa en este tiempo tan falto de soportes.
- Soportes: vivos, sólidos y firmes.
La maduración de una persona es una cuestión básica e importantísima en el desarrollo de un ser humano y va desde el egocentrismo inicial de la niñez hasta el reconocimiento paulatino y progresivo de la existencia de otros en el mundo; o sea va del absoluto exclusivismo inicial a la apertura.
Al comienzo las posibilidades de supervivencia de un ser humano dependen enormemente de sus ganas y de sus intensos deseos de vivir, y estas ganas de vivir se manifiestan en los primeros años de la existencia de una persona con un necesario egocentrismo existencial.
Si no fuera tan fuerte la defensa de la propia persona, la defensa de su propia identidad, no habría energía suficiente para conseguir lo necesario para la vida y para contrarrestar todos los obstáculos que ponen en peligro su propia seguridad.
Pero el crecimiento y la maduración implican que ese mundo tan cerrado alrededor de la persona se vaya, poco a poco, ampliando para completarse con la presencia de los demás, que vienen no a empobrecer las experiencias personales, como podría parecer, sino a enriquecerlas con:
- Las diferencias, las características, las opiniones, las habilidades, las ocurrencias, los gestos y toda la diversidad que proviene de los demás.
Se ha dicho que la incorporación de un nuevo hermano es difícil porque es alguien, que aparece de pronto, distinto de mí, pero con los mismos derechos sobre muchas cosas mías:
- Los espacios de la casa. Alguna ropa. La comida. Las chucherías. Los juguetes. Los objetos de su entorno.
- Y, como el remate más desconcertante para ellos:
Por eso es frecuente que los niños/as ante esto se sientan:
- Inseguros, extraños, raros, desubicados, molestos, celosos o tristes.
Hay que entender que madurar significa poder ser:
- Más libres. Más personas. Más conscientes de las cosas. Más ellos mismos.
Y, en última instancia, tener más oportunidades de felicidad.
Por eso es importante que nuestro trabajo a la hora de educar a los niños/as se centre en hacerles entender que:
- La actitud generosa significa la oportunidad para abrirnos a un mundo maravilloso: más completo, más grande, más rico y más variado.
Si realizamos el análisis de la palabra “generosidad” resulta muy llamativo saber que tiene la misma raíz que» engendrar», y que está relacionada y emparentada con palabras que significan: fértil, fuerte, de buena raza, noble, leal conceptos que nos permiten entender que ser generosos “engendra” cosas buenas:
- La generosidad hace que el mundo de cada uno se abra al mundo de los otros, y que de ese encuentro seguro que nace algo nuevo, algo que enriquece en lugar de quitarnos lo que considerábamos sólo nuestro.
- No perdemos nada: cambiamos nuestra idea cerrada, nuestro yo, por otras cosas o personas de mayor valor.
Y es lógico que sea así, porque no somos seres autosuficientes y no sólo nos necesitamos a nosotros mismos y necesitamos “cosas”, sino más aún necesitamos también a las demás personas.
Si no estuviéramos en relación con los demás:
- Jamás se desarrollarían capacidades importantísimas y posteriormente nuestras como:
- La sonrisa, el dialogo, la comunicación, la amistad, el cariño, la ternura, el amor.
Entrenar a nuestros niños/as pequeños/as para compartir, amplía también su sentido hacia la justicia y los hace:
- Más comprensivos con los demás, más seres humanos, más virtuosos, más solidarios, más desprendidos, más tolerantes, más sencillos.
Fijaros su espontáneo egocentrismo, que como vimos fue necesario para que protegiera su vida en sus momentos iniciales, debe ahora dejar lugar a una actitud especialmente sublime, mucho más compleja pero satisfactoria, que es la apertura al otro como algo muy bueno.
Ser generosos no será tan difícil si el niño/a siente cerca de sí constantemente la preocupación, y la mirada amorosa y atenta del adulto.
Un adulto, también generoso:
- Que lo guía, que lo estimula y que le ayuda, con cariño y paciencia, frente a las dificultades y que con facilidad le reconoce los triunfos.
La generosidad es el comienzo de una presencia activa en el mundo:
- “Con la generosidad cada uno empezamos a percibir que estamos dando cosas y que eso ocasionalmente puede resultarnos molesto, pero terminamos entendiendo que cada uno realmente valemos, justamente porque tenemos algo para dar”.
Como adultos, creemos que la vida no tendría sentido si no pudiéramos amar y ser amados, por eso entendemos que el desarrollo de la generosidad en nuestros niños/as es un entrenamiento fundamental, constante:
- “Para hacerlos capaces de dar amorosamente y para permitirles así sentir la riqueza de su propio ser y la alegría de compartir con los otros”.
En aparente contraposición con lo anterior, hay personalidades que más fácilmente se ponen en contacto con los demás, y para este tipo de temperamentos la generosidad se desarrolla sin dificultades, como un recurso natural de comunicación con la realidad. Para estos niños/as, los otros se presentan tan importantes y tan interesantes, que compartir con ellos lo que sea no representa ningún sacrificio. Pero eso no sucede siempre ni con todos los niños/as.
Y para terminar esta bella reflexión:
- “No debe asombrarnos el descubrir, una y otra vez, que uno de los significados de la palabra “Generoso” es “Que da frutos”.”
- El generoso da fruto:
- “El maravilloso fruto de una vida en plenitud”.