Cartas al Director

Cabe la interpretación personal de cada una de las personas que se planteen que es eso del “Juicio Final”. Para los creyentes (comienzo por la razón del espíritu) el Juicio Final será aquel delante del Ser Divino que juzgará su paso por la tierra.
En el globo terráqueo la capacidad de entendimiento sustancial prima. Vemos como se han marchado de rosas, de vuelos, de paseos en yates, de destierros coloridos y dólares, de equívocos tan graves llevando el País a la ruina, de compras millonarias aunque el arbolito sea enano y como es de ver…, a cargo del erario de todos, de regalos en dique y jardinería, de cacería con togado, de empresarios con bolsillos a disposición de sires, puesta la espera en rédito halagüeño. El día del juicio final (terrenalmente hablando) creen no va para con ellos. Esbozando sonrisa comisquean en “pêtit comité” que ni tan siquiera han sido requeridos por Juzgado.
Dicho esto; simple retazo de lo que nos rodea, cuanto acontece en sufragar deslices sale de la cartera de quien trabaja y del que no. Encontrarse en apuros o miseria no le exime para que le sustraigan dinero con impuestos en el pan, leche y para lo que le llegue. ¡Ah! Y qué manoseo de billetes con la gasolina que sube… sube… y no hay explicación que convenza. La bien pagá: A espuerta para Ministerios y otras Sociedades del Estado.
En el hábito de nuestros contemporáneos está: Yo viajo. (Siempre los mismos)
Tú viajas: En el de San Fernando, (ratico a pie ratico andando)
Él viaja: Con dólar a la Ciudad de la Plata.
Nosotros viajaremos… Y aquí señores de poco servirá la gasolina al único juicio que es justo: La muerte. Con su presencia advierte: Que el libro de la personal vida su última página ha garabateado. A este Juicio Final no escapa el especulador ¡afortunadamente!
¡Párdiez! A no olvidar que estas aves de rapiña suelen dejar retoños bien amamantados, que tienen encomienda de exprimir Españoles  y no ser juzgados.