No es País para demócratas
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
El reciente seísmo electoral que causó serios daños en la estructura del bipartidismo, hay que entenderlo, como el principio del fin de quienes a pesar del demoledor efecto siguen reafirmándose en la continuidad de sus políticas como solución de futuro.
Por el hecho de estar vacunado de sorpresas, he de reconocer que casi nada me asombra ya en la política, de ahí que ni me extrañe que el PP ostente el gobierno de la nación a pesar de costearse con dinero negro, como tampoco, me impresione lo mas mínimo que los siempre republicanos miembros del PSOE, llegada la hora de la verdad, tiren del transformismo y se conviertan en cortesanos.
Pues nada te puede extrañar cuando juegas con la ventaja de tener por confidente al «devenir histórico», a ese auténtico informador de los acontecimientos que a través del tiempo te mantiene asiduamente en plena actualidad, desde el día y hora, en que los incompatibles tirios y troyanos de esta representación, limaran asperezas, y de mutuo acuerdo, tras la apariencia de una presunta transición política decidieran invertir la realidad poniéndole antifaz a la dictadura, para así una vez enmascarada, hacerla pasar por auténtica democracia.
Relación confidente que solo se puede establecer desde un tratamiento de la historia en arreglo a sus justos términos, es decir, al margen de toda entelequia y disidente por tanto, con la oficialidad de la fraudulenta versión que sobre la transición política nos quisieron hacer tragar unos interesados guionistas, que a propio intento. se empeñaron en validar como verdadero lo que a todas luces no era mas que la representación de una simulación orquestada .
Por cuanto, lo cierto fue que más que un rompimiento con el régimen anterior, en este país no se consumó ningún proceso de cambio, y mucho menos de transformación democrática «stricto sensu», sino que todo síntoma de mudanza perceptible, se limitó en exclusiva, a una reforma de baja intensidad que desde el autoritarismo del régimen establecido propiciaron los mas radicales guardianes del sistema, a la vista de los acontecimientos y ante el riesgo de ver amenazado su propio estatus, y así, en contrapartida al mantenimiento de sus privilegios, accedieron a tolerar el lavado de cara de la dictadura logrando con aquella acción testimonial difuminar el tránsito hacia la democracia tras la teórica apertura al marco de libertades que a pesar de su nula efectividad, en todo momento contó con el refrendo colaboracionista del sector mas blando de la oposición política.
Y así, aquella alianza contra natura, hizo que de la ilusión ideológica forjada en la etapa de la clandestinidad pasáramos a un proceso de entreguismo, donde, la mayoría política que debiera liderar la auténtica transición, en un ejercicio de renuncia, optó por asumir como propios los malos hábitos del franquismo al aceptar la disciplina impuesta por los poderes fácticos del antiguo régimen, hasta el extremo de instaurar en relevo, la hegemonía neoliberal que transformó la inicial aspiración democrática en una desgracia de cinismo político, propiciando con ello, la consumación del relativismo moral y la negación del antifranquismo, cuyas consecuencias en último término, como es harto sabido, nos condujeron a la degradación política y a un estado de decadencia social y económica sin precedentes.
Siguiendo a ello la opacidad y el engaño como caracteres de conducta y comportamiento de aquella bicefalia política postfranquista, que por alianza de intereses, tomara en primer término el control del país y cuyas consecuencias posteriores por oligarquización de los partidos políticos y desmovilización de las masas populares, hizo resucitar los peores vicios de la dictadura; circunstancia que además de cercenar toda posibilidad de regeneración democrática consolidó la implantación del social – liberalismo, reforzando la jerarquía de mando en favor exclusivo del poder económico.
Explosiva mezcla, que resultó ser el factor causante de la acentuada degradación política, de la acelerada desintegración social y sobre todo, del desaforado fenómeno de la corrupción, que por su carácter generalista, se ha convertido a los ojos del mundo en el referente distintivo de identificación de la marca España.
Por eso ahora, cuando saltan las alarmas de la convivencia, cuando el nivel de deterioración económico – laboral supera todo límite de tolerancia, y cuando para mayor complejidad, el oficialismo político en su prórroga de ventajas se afana en reforzar los privilegios y los malos hábitos del sistema, otorgando tratos preferentes y distinciones selectivas, lo procedente, es poner punto final a lo inadmisible de la situación, utilizando por única vía de solución la erradicación de la actual dictadura de diseño, para afrontar alternativamente el mas que necesario proceso constituyente, como tránsito a una nueva Constitución que ajustada al actual contexto sea capaz de cancelar todas las connotaciones con el pasado, a la vez,de dar respuesta a las necesidades e inquietudes futuras que requiere y demanda el conjunto de la sociedad.
Y mientras este objetivo no se alcance, contra mejor parecer, entiendo, que España podrá seguir siendo lo que es , pero nunca un país para demócratas.