Éramos pocos y llegó el TTIP
Publicado por galdo-fonte, Posteado enOpinión
Intentar instaurar el TTIP, siguiendo la dirección opuesta a todo aquello por lo que generaciones enteras han luchado durante décadas, es pretender que el sistema económico pase a funcionar definitivamente al margen de todo control democrático
Por si acaso no fuera suficiente con las armas utilizadas por el neoliberalismo desregulador en su ánimo de controlar la economía, las grandes multinacionales refuerzan ahora su arsenal de combate instaurando al efecto un nuevo Tratado Europa – EE.UU. de Libre Comercio, (Transatlantic Trade and Investment Partnership- TTIP), que revestido de total opacidad, mas allá que funcionar como una norma de relación comercial a la vieja usanza, hace que esta nueva figura lejos de una regla de conducta de comercio sea un instrumento demoledor, una señal bien visible de la capitulación del poder político, que de forma inédita, ejerce el papel de contrapoder, marcando así por todo objetivo, garantizar las excedidas ambiciones de los inversores sobre los derechos esenciales de la ciudadanía.
Por eso, a pesar del mutismo y la confidencialidad que rodea las negociaciones a puerta cerrada entre Washington y Bruselas, su celebración en el hermetismo, es expresión suficiente para tomar razón del alto riesgo que representa un tratado de estas características y la lesiva repercusión de sus efectos para la población, el medioambiente y la economía; apuntando los hechos a deducir que las voluntades políticas parezcan estar compradas de antemano, y ello, a juzgar por la ausencia de todo espíritu critico y la manifiesta permisividad en depositar mayor concentración de poder en manos de las élites financieras de ambos lados del Atlántico, aún cuando, tal otorgamiento arrastre consigo la complejidad de dejar el futuro de los países afectados y el porvenir de sus gentes a expensas de la parcial decisión de las grandes empresas transnacionales.
Toda una amalgama de cuestiones críticas, cuyos prejuicios agravarán en mayor medida sus efectos en los países que como el nuestro están expuestos a mas alto riesgo, en razón a la debilidad intrínseca que induce su propia adscripción periférica en el contexto del actual marco de la Unión.
Circunstancia que pone de manifiesto la falacia que acompaña las supuestas virtudes que reporta el TTIP, cuando interesadamente es vendido a la ciudadanía como receta infalible para mejora del crecimiento económico y la creación de empleo, aún a sabiendas que lo que verdaderamente esconde la filosofía de este acuerdo comercial son simples promesas infundadas, que en modo alguno, atienden a satisfacer expectativas distintas de las puramente restrictivas, que además de garantizar a las corporaciones promotoras más derechos que a las personas, favorezcan igualmente reformar el mercado laboral y la políticas social a favor de los intereses de estas firmas transnacionales, aunque ello represente una seria amenaza para la salud de la democracia y del propio Estado de Derecho.
En España los perjuicios económicos y sociales inducidos causarían un impacto, superior con creces al resto de sus homólogos de la Unión
Por tanto, se ha de afirmar en consecuencia que lo único cierto en esta odisea, es, que los verdaderos efectos de la aplicación del TTIP, vendrán a dañar severamente la capacidad de los países afectados en su lucha contra la crisis financiera y económica, extremo que pone de manifiesto que su implícito para nada resulta ser la solución a nuestros problemas, pero si el marco de oportunidad que se le brinda gratuitamente a las grandes multinacionales en su tendencia a exterminar a las empresas locales competidoras gracias a la ventaja añadida que les reporta la excepcionalidad de una situación preferente en el contexto de la economía de escala.
Pero a pesar de lo involutivo de una situación en la que el poder legislativo y judicial pasa al control de los promotores de este tratado de conveniencia, al tiempo que el Estado se convierte definitivamente en el títere al que mueven los hilos las mismas multinacionales y los especuladores financieros; cuando la reacción política a semejante afrenta no se debiera hacer esperar, sorpresivamente, una gran parte de los hipotéticos representantes de la ciudadanía pertenecientes a las formaciones PP, PSOE, UPyD y CIU, olvidando que la soberanía reside en la ciudadanía, se posicionan al unísono a favor tan deslavazado concierto al tiempo de dedicarse a ocultar de manera deliberada toda información sobre el particular en un claro intento de negar la existencia del problema y hurtarle con ello a los ciudadanos el derecho a decidir sobre el mismo.
Es por ello que la situación específica de España caso de llegar a aprobarse el Tratado en los términos previstos, considerando entre otras causas, la escasez de su estructura productiva y la limitación de su grado de desarrollo, contra toda hipótesis positiva, los perjuicios económicos y sociales inducidos a su ciudadanía causarían un notable impacto negativo, superior con creces al repercutido en su caso a la gran mayoría de sus homólogos en la Unión.
Por eso hay que erradicar la actual tendencia a la confusión, ese empeño en seguir viendo beneficios donde no los hay mientras se ignoran los riesgos efectivos, pasando alternativamente a informar a la población para una vez tomado conocimiento, democráticamente, sean ellos quien decidan.