Cartas al Director

Si amas a Dios o a otro o a otros seres humanos, entrégate de lleno, pues el amor conlleva la existencial vivencia de un éxtasis místico que nos despoja de la mundanidad y nos eleva a las esferas cósmicas de un placer sensorial que sobrepasa a los sentidos y los adormece, dejando el cuerpo y el alma a la entera disposición de las realidades eternas; realidades en las que la plenitud del amor es el alfa y el omega, es el implacable todo de nuestras vidas.

Si ves que ese amor te lleva a vivir el programa de la pobreza evangélica, a través de los pobres, de los que pasan hambre, de los depreciados y marginados de este mundo: ¡adelante!

Si ves que ese amor intenso y exigente te lleva a vivir junto: a los que sufren, a los enfermos, a los atribulados, a las personas que viven en soledad: ¡adelante!

Si ves que la grandeza de ese amor te lleva: a enseñar, a catequizar y a educar a los niños y a los jóvenes de los barrios marginales de las grandes ciudades o a los niños y jóvenes de cualquier lugar del mundo: ¡adelante!

Si ves que ese amor que parpadea continuamente en tu alma te lleva a participar y a socorrer a las personas que han quedado sin nada por: una guerra, una catástrofe natural, un conflicto, una epidemia…: ¡adelante!

Si ves que ese amor de Dios te lleva a dedicarte de lleno a predicar a todo el mundo el mensaje del evangelio: ¡adelante!

Si ves que ese amor te lleva: a crear una familia, a formar un hogar, a criar y educar a unos hijos, a amar intensamente al esposo o a la esposa: ¡adelante!

Si ves que ese amor apasionante te lleva a trabajar para construir la paz y la convivencia, el respeto y la tolerancia por toda la tierra: ¡adelante!

Si ves que ese amor lleno de fortaleza y entusiasmo te lleva a amar y a amar sin descanso y sin tregua en el lugar que habitas: ¡adelante!

Adelante, siempre adelante cuando de lo que se trata es de amar. Dios y todos los seres humanos de la tierra nos esperan.

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