Entre la pobreza y la honestidad
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Hay sucesos que aunque insignificantes en otras épocas, nos llama la atención en este mundo nuestro de hoy tan corrompido y en el que cada uno vamos a lo nuestro sin pensar en los demás.
El protagonista se llama Pedro Angelina y es de Nigeria, vive actualmente en el barrio de Triana de Sevilla y allí se dedica a vender pañuelos de papel en los semáforos, intentando ganarse la vida pobremente, para de esta manera poder estudiar medicina en la facultad de Sevilla, pues tiene los estudios realizados en Nigeria pero necesita la pertinente convalidación.
En estos días nuestro protagonista cuando estaba en su cometido intentando vender sus pañuelos, se da cuenta que de un coche, al cerrar la puerta, se cae una cartera y él presuroso se acerca a recogerla, el coche en cuestión ya había salido al cambiar el semáforo y no le podía hacer la entrega de la cartera. Al llegar a su casa comprueba y se da cuenta de que en la cartera hay 3.500 € y talones bancarios por valor de 13.000 € y además otros documentos personales; y el sin dudarlo puesto que no encuentra ningún teléfono para llamar se acerca a la comisaría de policía más cercana y hace entrega de la cartera tal como se la encontró.
Está claro que esa actitud es la correcta, pero teniendo en cuenta: la época en que vivimos, la procedencia de esa persona de un país tan lejano, las necesidades lógicas que por su situación tiene que pasar, la angustia que en muchas ocasiones habrá tenido que pasar para sobrevivir, este personaje podría haber actuado de una manera muy distinta y pensando humanamente esa actuación también hubiera tenido su parte de lógica.
Pero la honradez es la honradez, la dignidad es la dignidad y el que es coherente con una forma de pensar esa coherencia le lleva a hacer lo que hizo Pedro Angelina, nuestro honrado protagonista; y esta acción le honra sobradamente.
Qué lejos esta esté ejemplo noble de la actitud: de muchos de nuestros políticos, de muchos de nuestros banqueros, de muchos de nuestros sindicalistas y de muchos, muchos ciudadanos que aparentemente tendrían que ser más honrados y más coherentes: por su cualificación profesional, por su cultura, por sus creencias, por su estatus social, por su dignidad, por sus valores al menos aparentes, por respeto a los demás y por otras muchas cosas.
Y sin embargo viviendo holgadamente cómo viven: roban y roban con descaro y con alevosía y en muchos casos quitan de la misma boca el pan al hambriento para seguir llenando sus graneros de un dinero que ya tan siquiera necesitan, y que además no les pertenece pues es el dinero de millones de pobres que son pobres debido a la usura de esos aparentes Honorables que en realidad son: basura y escoria social y maloliente.
Nuestro personaje Pedro Angelina dio una razón para devolver el dinero y la razón es que Dios existe y es Padre y nos ama y está siempre protegiéndonos y vigilándonos a cada uno de nosotros.
Gracias Pedro Angelina pues tu ejemplo es un ejemplo vivificador y luminoso en un mundo: oscuro, podrido y deshumanizado.
Esta Navidad la luz que brilla, en Sevilla y en muchas partes del mundo, no es la de las luces callejeras es la de corazones como el tuyo que saben y entiende el significado del amor.