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julio 2012

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El retorno del «Califa»

Publicado por , Posteado enFrente Cívico, Opinión

La vuelta a la acción política de Julio Anguita, al margen de siglas políticas, es cuanto menos una corriente de aire fresco

Quienes peinando canas, cambian la quietud de su madurez por la prórroga de su compromiso de juventud, manteniendo vivo el espíritu combativo, y con ansias renovadas deciden seguir luchando por una sociedad mas justa y equilibrada. Cuando menos, son seres especiales, referentes, a los que en justicia hay que reconocer su compromiso para con los demás, por su tenacidad, por su empeño en reconquistar el capital social malversado por los acólitos a las siglas, por esa pestífera clase política que ha convertido su función en una degradante farsa, cuyas referencias características son la corrupción, el engaño y la mala reputación.

Yo que ejerzo de disidente de inútiles, que no tolero que las instituciones sean el refugio de los mediocres, no reconozco autenticidad representativa a quienes acceden al poder a través de burdas maniobras de engaño electoral, resistiéndome por tanto a mostrar conformidad con su representatividad, y mucho menos a tragar con sus políticas de paños calientes, con las que sin disimulos, mantienen intactos sus intereses mientras dilapidan los logros sociales que otros habían conquistado.

Por eso, sin afinidad de vínculo, he de admitir con agrado que el retorno del «Califa», resulta un todo satisfactorio. La vuelta a la acción política de Julio Anguita, al margen de siglas políticas, es cuanto menos una corriente de aire fresco, siendo un hecho resaltable su anuncio, brindándose a ser el referente de una operación política que intenta cambiar el país. Si un compromiso de estas características tuviese autoría distinta, probablemente llevaría marchamo de oportunismo en cubierto, pero en este caso la fiabilidad es probada, por cuanto la honestidad e integridad del manifestante es aval suficiente para autentificar crédito pleno.
La determinación del ex – dirigente de IU rompe esquemas, pues contra la usual conducta promocional de los activistas profesionales de la política, deja dicho de partida, que en esta nueva andadura no será cargo público, ni tendrá presencia en la vida institucional, circunscribiendo su intervención a la utilización de su influencia mediática para explicar y defender el proyecto, impulsando su promoción hasta lograr su consolidación como alternativa estable. Desinteresada decisión que por si misma no hace sino imprimir mayor fiabilidad a la iniciativa.

Por mas censuras que coseche desde las filas de sus detractores, la decisión del conocido en otro tiempo como el «Califa Rojo», es encomiable, pues se corresponde con la reacción propia de una persona integra, con la actitud de quien por principios y consecuencia no viene dispuesto a tolerar la degeneración masificada de las instituciones del estado, en donde el gremio político es con mucho el mayor ejemplo de deterioro e insolvencia.
.El contenido del decálogo que Julio Anguita establece como ponencia para iniciar el debate, es un compendio equilibrado, un agrupado de contenidos determinante de los grandes temas que deben dominar la dirección política del país, cuando dicha política se escribe con mayúsculas y está pensada en clave de ciudadanía como principal destino. Sin duda, en su implícito se percibe de forma dominante la ética y coherencia de una persona con claridad de ideas, de arraigo de valores y con el bagaje que aporta su reconocido compromiso social y sus dilatados años de experiencia.

En la situación de orfandad dirigente que vive el país, donde el predominio de la mezquindad prodiga una pesadilla permanente por la frivolidad de comportamiento de unos políticos con adicción enfermiza por el derecho de los mercados, el paso adelante de Anguita es una noticia cuando menos satisfactoria, pues además de su probada calificación intelectual, quien tiene renunciado a su pensión de jubilación como ex -diputado para conformarse exclusivamente con la pensión de maestro de escuela, por ejercicio de decencia y honradez, le asiste la fuerza moral sobrada para reivindicar una regeneración integral de la estructura del Estado.

Con todo, el retorno del «Califa» y la presentación de su Frente Cívico, no en todos los ámbitos tendrá complaciente acogida, pues su entrada en escena tiene la equivalencia de una acción de insurrección, de un acto de rebeldía que amenaza los privilegios de una amansada clase política, poniendo freno a su vergonzosa alianza con los mercados.

La situación demanda con urgencia restituir a la política el prestigio perdido y por ello, esta iniciativa, es una decisión genial.

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