El perdón y el catolicismo de cafetería.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
El meditar unas ideas sobre: “El perdón”, en el bloc del padre Escobita me ha sido de gran utilidad para elaborar este trabajo, que espero nos ayude a todos; porqué si somos verdaderos discípulos de Jesús debemos elegir inexorablemente el camino del perdón.
Y sólo así, experimentaremos la verdadera libertad de los hijos de Dios y podremos liberar a los demás.
Para vivir la humildad, para perdonar a nuestros enemigos o a quienes nos han hecho daño, necesitamos gracia sobrenatural. Esta gracia proviene de la oración constante, humilde y perseverante.
San Agustín lo expresa con esta gráfica imagen:
- «Todos somos mendigos ante Dios».
Esto significa que para rechazar el pecado, vivir una vida de santidad y para perdonar de corazón, necesitamos la gracia y ayuda de Dios.
- ¿Por qué no llamamos con confianza y sin desvanecer, al corazón de Dios, pidiendo esta gracia?
Para recibir misericordia no podemos vivir un “Catolicismo de cafetería” y escoger lo que más nos atrae, lo que más le gusta a nuestro paladar espiritual.
Al rezar el Padre Nuestro, tal vez optamos por saltarnos:
- “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”
- “Rezar de forma selectiva”.
Y escoger y rezar sólo la parte de la oración que más nos gusta:
¡No es posible! ¡Eso está mal!
Si quiero el perdón de Dios debo también perdonar.
Este concepto en teología es: “Disposición a la gracia”.
Jesús nos presenta este escenario:
- “Si vienes a presentar tu ofrenda al altar, y sabes que alguien tiene algo contra ti, deja tu ofrenda en el altar, reconcíliate con tu hermano y vuelve a presentar tu ofrenda”.
La clave para ganar la batalla, y perdonar, es perdonar de inmediato.
- “Nunca debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo”.
¿Por qué? ¡La razón es clara!:
- Cuanto más demoramos y postergamos perdonar, más difícil nos resulta.
Cuando el tiempo pasa:
- “El diablo aviva las llamas de las heridas del pasado, agravando el daño y haciendo una montaña de un grano de arena”.
- “Errar es humano, perdonar es divino”.
¿Por qué no imitar a Dios, y como relámpago, perdonar?
Después de que Jesús fue azotado, coronado de espinas, abofeteado, golpeado, escupido y clavado en la cruz entre dos ladrones, mientras colgaba en la cruz en su amarga agonía, sus primeras palabras desde la cruz fueron:
- “¡Padre perdónalos porque no saben lo que hacen!”
Si nos parece extremadamente difícil perdonar, debemos contemplar a Jesús colgado en la cruz y sus amorosas palabras de perdón.
Otro medio muy eficaz para lograr perdonar es recordar nuestros muchos pecados, y la gravedad de ellos.
El no perdonar conduce a la ira, la ira al resentimiento, el resentimiento a la amargura, y la amargura al odio.
De forma física, el no perdonar puede causar:
- Úlceras, insomnio, temores, inseguridades, tristeza, depresión crónica.
Y que esto nos lleve al uso de medicamentos para combatir estos males.
Este estado del alma, alejada del perdón, también se desbordará en las relaciones familiares y sociales…
El no perdonar puede causar estragos a nivel:
- Físico, psicológico, emocional, social, moral y espiritual.
¡Retener el perdón es un lento auto suicidio!
Leemos en las cartas de san Juan:
- ¿Cómo pueden decir que aman a Dios a quien no ven si aborrecen a su hermano a quien sí ven?
Si de forma física no podemos acercarnos a la persona, entonces recemos intensamente por la persona que nos ha ofendido. Al hacer esto, habremos emprendido el buen camino.
Muchos de los mártires pedían por sus perseguidores y les perdonaban.
Que este poderoso ejemplo de los santos nos ayude a alcanzar la victoria sobre el orgullo y resentimiento que nos encadenan para no perdonar.
Es de alto valor meditar sobre la cruda realidad de las cosas últimas, que son:
- La muerte, el juicio, el cielo y el infierno.
Imaginémonos esto:
- ¿Acaso nos gustaría estar en el lecho de muerte y estar aferrados al coraje, resentimiento y odio hacia alguien?
Tomemos un paso más:
- ¡Qué tal si fallecemos en ese estado!
- ¿Por qué no sabemos cuándo el Señor nos va a llamar?
Ahora, pensemos en que inmediatamente después de morir, estaremos ante el tribunal de Dios, delante de nuestro Señor Jesús.
Recordemos las palabras de san Juan de la Cruz, el místico español:
- “En el ocaso de nuestra existencia, seremos juzgados sobre el amor”.
¡Cuando todo el odio del mundo se descargaba sobre su Hijo amado!:
- Nuestra Señora estuvo horas parada debajo de la cruz.
- María ni por un instante se dejó llevar por el coraje o resentimiento contra aquellos que despiadadamente habían matado a su Hijo.
- Al contrario: “Ella rezó por ellos con más fervor”