El peligro de la insensatez
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
En este tiempo actual, entre otros, existe un mal evidente y sustancial que es:
- “La colosal y destructiva insensatez en que vivimos”.
En vez de intentar, entre todos:
- Resolver los importantes, acuciantes y a veces graves problemas de España.
Nos dedicamos, por ejemplo, entre otras cosas peligrosas, a remover el pasado; pero no de una manera positiva buscando nuestras raíces: lo que nos une; sino de una manera negativa que consiste en buscar cuestiones que conllevan el indagar o recalcar lo que nos separa y lo que nos divide.
Es demasiado frecuente ya ver que en determinados sectores políticos se organizan con el presupuesto de todos, actividades:
- Violentas o insultantes o para hacer daño, creando así un ambiente adverso y enrarecido.
Hoy muchos ciudadanos actúan con fines torcidos y con afán desmedido de crear discordia:
- Hoy día en España se ataca demasiado a los demás.
- Hoy peligrosamente abundan las divisiones y las tensiones desmedidas.
Y mientras lógicamente:
- España va mal a nivel: político, social y económico, pero esto curiosamente parece preocupar menos.
Parece preocupar más, insisto, esa tendencia ya viciada y delictiva de atentar a los derechos de los demás, de criticar, de crear ese ambiente corrompido y tóxico que puede llegar a convertirse en un veneno mortal.
En España peligra la paz, hay una violencia, enmascarada o visible, que puede en cualquier momento explotar y ocasionar el deterioro de la convivencia y sus peligrosas consecuencias.
Hay muchos sectores en los que se palpa lamentablemente: el odio y la acción vengativa y ruin.
Convendría fomentar por todos los medios:
- La cordura, los buenos hábitos de conducta, el respeto, la cordialidad, la amabilidad, la tolerancia.
- La decencia: política, social y profesional.
- Actividades de convivencia sana.
- Lo que nos separa.
- La teoría tan nefasta del: “Todo vale”
- La idea de no poner límites: a nada, ni a nadie.
- Tanto el libertinaje como la dictadura.
- La corrupción que, ¡ojo!, siempre acaba destruyendo.
Y coger la imprescindible bandera de la paz. Esa paz que, por ser el gran y prioritario tesoro, tenemos que custodiarla y fomentarla