El Papa y la lacra terrorista
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
El papa Francisco quiso mostrar su cercanía y cariño a las víctimas del atentado que tuvo lugar este lunes, día 9 de diciembre, en Berlín. Atentado en el que un camión se abalanzó sobre la multitud en un mercado navideño.
Por ello, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, ha enviado un telegrama, en nombre del Papa, dirigido a monseñor Heiner Koch, arzobispo de Berlín.
En él, su Santidad manifiesta su personal participación en el luto de los familiares, expresando la propia compasión y asegurando su cercanía a su dolor.
Asimismo, asegura que en la oración encomienda encarecidamente a la misericordia de Dios a los difuntos y suplica la pronta y muy favorable curación de los heridos.
Igualmente el Papa nos dice a todos en un ruego y en un clamor suplicante:
- Me uno a todos los hombres de buena voluntad que se empeñan en que la locura homicida del terrorismo no encuentre más espacio en nuestro mundo.
Más que un ruego la petición del papa Francisco es un lamento, el lamento del pastor que ama a sus hijos, la de un pastor al que le urge la paz; porque sabe y conoce bien el daño incalculable que origina la violencia; y sobradamente sabe todos sus nocivos, y tantas veces atroces, efectos:
- Cuántas dramáticas situaciones.
- Cuanto sufrimiento.
- Cuántas personas mutiladas y aniquiladas.
- Cuántos seres humanos destruidos psíquicamente.
- Cuánto horror y cuántas pesadillas.
- Cuántas tragedias familiares y sociales.
- Cuántos niños y jóvenes vapuleados por el azar.
- Cuánta destrucción masiva de cosas personales:
Ciudades, hogares, familias, amigos, hospitales, recuerdos, colegios.
- Cuánta maldad malsana originada por la crueldad de personajes sin escrúpulos y sin corazón.
- Cuánta triste y desalentadora oscuridad.
- Es la noche oscura total y absoluta para el cuerpo y para el alma.
- Es, en el horizonte, el anuncio certero e implacable de un apocalipsis final.
En estos días de Navidad, cuando Jesús nace en Belén, unos pastores que pernoctan junto a su rebaño, muy cerca de donde nace el niño, reciben un anuncio por parte del ángel de que Jesucristo había nacido y el ángel les dice en su despedida: “Gloria a Dios en el cielo y Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”